PADRE CERIANI; DESENMASCARANDO AL FALAZ

TISSIER DE MENTIRÉIS

Se nos ha hecho saber que Monseñor Bernard Tissier pretende justificar sobre una falacia la claudicación de la F$$PX, así como su pronta integración en la iglesia conciliar a las órdenes de la Roma apóstata y anticristo.

En efecto, con ocasión del 25º aniversario de la muerte de Monseñor Marcel Lefebvre, se prestó a una nueva entrevista concordada; en la cual hace una serie de declaraciones falaces con la intención de justificar la capitulación de la Fraternidad fundada por el Arzobispo francés.

Ver aquí:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2016/03/22/monsenor-tissier-tras-la-claudicacion-la-pretendida-justificacion-basada-en-la-falacia/

Pongamos en evidencia al embaucador.

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Tissier de Mentiréis dice:

Benedicto XVI nos concedió las dos condiciones previas: el reconocimiento de la libertad de la misa tradicional y el retiro (más o menos feliz, para nosotros y para él) de las excomuniones de 1988.

Respecto de la Misa tradicional, Benedicto XVI se expresó de esta manera:

El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» de la Iglesia católica de rito latino.

El Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII debe considerarse como la expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo.

Estas dos expresiones de la «lex orandi» de la Iglesia no inducen ninguna división de la «lex credendi» de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.

Es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal —la Forma ordinaria— de la Liturgia Eucarística.

La última redacción del Missale Romanum, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica.

No es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran “dos Ritos”. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito.

No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum.

Por lo demás, las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente.

En cuanto al levantamiento de las pretendidas excomuniones (pero aceptado por esta gente), tenemos la Carta de agradecimiento a Benedicto XVI de los cuatro Obispos de la FSSPX, del 29 de enero de 2009, concebida y escrita por el mismo Monseñor Tissier. Allí leemos:

Santo padre,

Es por medio de la acción de gracias que nosotros deseamos expresar a Vuestra Santidad nuestro profundo reconocimiento por el acto de Su paternal bondad y de Su coraje apostólico por el cual Ella ha hecho inoperante la medida que nos afectó hace ya veinte años en seguida de nuestra consagración episcopal.

(…)

La Virgen María Inmaculada visiblemente ha guiado los pasos de Vuestra Santidad a nuestro reencuentro, ella le mantendrá su graciosa intercesión. Es con esta seguridad que nosotros pedimos fielmente al Pastor Universal que bendiga a cuatro de sus hijos más unidos al Sucesor de Pedro y a su encargo de pastorear los corderos y las ovejas del Señor.

Cuando expuse a mis Superiores mis observaciones respecto al vínculo existente entre la “Declaración de una pena” y la “Pena en sí misma”, y, por lo tanto, que pedir “el retiro del Decreto de declaración de la excomunión” implicaba reconocer “la validez de la censura”, recibí las siguientes respuestas del falaz Obispo:

Monseñor Fellay pidió oficialmente ״el retiro del decreto de excomunión״. No pidió el levantamiento o el retiro de la excomunión en sí misma, que no reconocemos; pide precisamente el levantamiento del decreto, es bien diferente. ¿Pero entiende usted la diferencia? ¿Quiere reflexionar sobre esto? (Carta de Mons. Tissier al padre Ceriani, el 31 de agosto de 2004).

No comparto sus inquietudes en lo referente a los debates con Roma. Le dije en la última carta que es su carácter inquieto quien le juega malas pasadas, ya que objetivamente no hay materia para inquietud. En efecto, Monseñor Fellay mantiene bien firmemente los dos preliminares que ha planteado al cardenal Castrillón Hoyos hace cuatro años, a saber, el reconocimiento del derecho imprescriptible de la misa tradicional y el levantamiento —no de las censuras sino— del decreto de excomunión de los obispos. Le expliqué que no es la misma cosa. El protocolo de 1988 preveía el levantamiento de las irregularidades y de la suspensión, Mons. Fellay pide el levantamiento del decreto: no reconoce, pues, la validez de las censuras. (Carta de Mons. Tissier al padre Ceriani, el 18 de septiembre de 2004).

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Tissier de Mentiréis dice:

Monseñor Lefebvre nunca ha puesto, como condición de nuestro nuevo reconocimiento por parte de Roma, que Roma abandone los errores y las reformas conciliares.

Incluso, si hubiera dicho algo así a André Cagnon en 1990, nunca lo habría hecho, porque ésto nunca había sido su línea de conducta, su estrategia con la Roma modernista. Él era fuerte en la fe, no cedía en su posición doctrinal, pero sabía ser flexible, paciente, prudente en la práctica. Para lograr sus fines su prudencia le dictaba empujar al oponente, acosarlo, hacerlo retroceder, persuadirlo, pero sin bloquearlo por exigencias que todavía se encuentran inaceptables. Él no rechazaba el diálogo y estaba dispuesto a aprovechar cualquier puerta abierta por el interlocutor.

De la misma manera que, respecto de los documentos conciliares y de la misa bastarda hubo hesitaciones, puede ser que en algún momento, desde 1975 a junio de 1988, Monseñor Lefebvre no haya puesto como condición que la Roma anticristo abandonase los errores y reformas conciliares.

Dichas vacilaciones le llevaron a las tratativas entre julio de 1987 y mayo de 1988, culminando con el grave error de firmar al Protocolo de acuerdo el 5 de mayo de aquel año.

Pero, a partir de la decisión de consagrar los cuatro Obispos, ya no puede afirmarse lo que ahora sostiene Monseñor Tissier de Mentiréis para justificar la vergonzosa claudicación que claramente han tramado y aceptado.

Leamos algunos textos que desmienten al Obispo de Mentiréis:

De la Carta de Monseñor Lefebvre a Juan Pablo II, del 2 de junio de 1988:

Dada la negativa a considerar nuestras peticiones, y siendo claro que el propósito de esta reconciliación no es en absoluto el mismo para la Santa Sede que para nosotros, consideramos preferible esperar tiempos más favorables para el retorno de Roma a la tradición.

(…)

Vamos a seguir orando para que la Roma moderna, infestada de modernismo, vuelva a ser la Roma católica y encuentre nuevamente su Tradición bimilenaria. Entonces el problema de la reconciliación no tendrá más razón de ser y la Iglesia encontrará una nueva juventud.

De la Entrevista concedida por Monseñor Lefebvre a Fideliter, Nº 66, noviembre-diciembre de 1988:

No tenemos la misma manera de concebir la reconciliación. El cardenal Ratzinger la ve en el sentido de reducirnos, de traernos al Vaticano II. Nosotros la vemos como un retorno de Roma a la Tradición. No nos entendemos. Es un diálogo de sordos. No puedo hablar mucho del futuro, ya que el mío está detrás de mí. Pero, si vivo un poco aún y suponiendo que de aquí a un determinado tiempo Roma haga un llamado, que quiera volver a vernos, reanudar el diálogo, en ese momento sería yo quien impondría las condiciones. No aceptaré más estar en la situación en la que nos encontramos durante los coloquios. Esto se terminó.

Plantearía la cuestión a nivel doctrinal: “¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los papas que los precedieron? ¿Están de acuerdo con Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei, Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están en plena comunión con estos papas y con sus afirmaciones? ¿Aceptan aún el juramento antimodernista? ¿Están a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo?”

Si no aceptan la doctrina de sus antecesores, es inútil hablar. Mientras no hayan aceptado reformar el Concilio considerando la doctrina de estos papas que los precedieron, no hay diálogo posible. Es inútil.

Las posiciones quedarían así más claras.

No es una pequeña cosa la que nos opone. No basta que se nos diga: pueden rezar la misa antigua, pero es necesario aceptar esto. No, no es solamente eso lo que nos opone, es la doctrina. Queda claro.

De la Entrevista concedida por Monseñor Lefebvre un año después de las Consagraciones Episcopales, Fideliter, N° 70, de julio-agosto de 1989:

Comprobando la imposibilidad de ponerse de acuerdo, el 2 de junio escribí de nuevo al Papa: inútil de continuar con los coloquios y los contactos. No tenemos el mismo propósito. Queréis llevarnos a vosotros y reconciliarnos, y nosotros queremos ser reconocidos tal como somos. Queremos continuar con la Tradición, como lo hacemos.

Esto se terminó.

Así que decidí hacer esa conferencia de prensa el 15 de junio, porque yo no quería obrar de una forma secreta. No puede haber Tradición que se sostenga sin obispo tradicional. Esto es absolutamente esencial.

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Tissier de Mentiréis dice:

Monseñor Lefebvre pidió con esta sagacidad «que seamos al menos tolerados». «Ésto sería un gran avance», decía. Y «que seamos reconocidos como somos», es decir, con nuestra práctica que deriva de nuestras posiciones doctrinales.

Pues bien, hoy vemos de la parte de Roma una disposición a soportar nuestra existencia y nuestras posiciones teóricas y prácticas.

Yo digo ‘soportar’ para evitar ‘tolerar’, ¡porque se tolera un mal!

¿Habrá leído lo que declaró?

Declara que Monseñor Lefebvre pidió con esta sagacidad «que seamos al menos tolerados».

Y luego pretende aclarar: Yo digo ‘soportar’ para evitar ‘tolerar’, ¡porque se tolera un mal!

Por lo tanto…, la práctica que deriva de nuestras posiciones doctrinales es un mal…

¡Ay, Obispo de Mentiréis! ¡Ay, Obispo de Mentiréis!

Por otra parte, según el diccionario, “soportar” significa tolerar o llevar con paciencia, es decir, aguantar con paciencia, dolor o resignación una cosa que no es agradable.

El diccionario francés define “supporter”: endurer une souffrance (physique ou morale) ; accepter difficilement la présence de quelqu’un ou de quelque chose.

¡Déjate ya de engañar, Obispo falaz!

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Tissier de Mentiréis dice:

Y en la práctica, pedimos a estos romanos: «Reconoced nuestro buen derecho a reconfirmar a los fieles bajo condición», y también: «Reconoced la validez de nuestros matrimonios». Usted ve, estos son puntos graves de discordia. Será necesario que nos reconozcan estas cosas. De lo contrario, ¿cómo sería habitable nuestro reconocimiento?

Para mostrar la falacia de este párrafo basta recurrir a la historia del Protocolo de Acuerdo firmado el 5 de mayo de 1988.

En un artículo de hace 25 años, con ocasión de la muerte de Monseñor Lefebvre, Monseñor de Mentiréis hizo conocer lo siguiente:

En la pausa del almuerzo, Monseñor Lefebvre quería detener todo, pero nosotros, los colaboradores menos clarividentes, insistimos y él firmó.

Si no lo ha advertido, entre los colaboradores menos clarividentes estaba él mismo…

Ahora bien, dicho Protocolo contiene lo siguiente:

Declaramos, además, reconocer la validez del Sacrificio de la Misa y de los sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia y según los ritos indicados en las ediciones típicas del misal y los rituales de los sacramentos promulgados por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II.

(…)

PROBLEMAS PARTICULARES (a resolver por Decreto o Declaración)

6.2 “Sanatio in radice”, al menos “ad cautelam”, de los matrimonios ya celebrados por los sacerdotes de la Fraternidad sin la delegación requerida.

Es decir que, al mismo tiempo que se reconoce la validez de las confirmaciones según el rito indicado en el ritual promulgado por los papas conciliares, por otro lado se reconoce, al menos, una duda sobre la validez de los matrimonios celebrados por los sacerdotes de la Fraternidad sin la delegación requerida.

Recordemos la tristísima Declaración Doctrinal del 15 de abril 2012, que Mons. Fellay envió al cardenal Levada. Allí se lee:

Nosotros declaramos reconocer la validez del sacrificio de la Misa y de los Sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia según los ritos indicados en las ediciones típicas del Misal romano y de los Rituales de los Sacramentos legítimamente promulgados por los papas Paulo VI y Juan Pablo II.

(…)

Siguiendo los criterios enunciados aquí arriba, así como el canon 21 del Código, nosotros prometemos respetar la disciplina común de la Iglesia y las leyes eclesiásticas, especialmente aquellas que están contenidas en el Código de derecho canónico promulgado por el papa Juan Pablo II (1983).

¿En qué queda, pues, la bravuconada de Monseñor Tissier: Y en la práctica, pedimos a estos romanos: «Reconoced nuestro buen derecho a reconfirmar a los fieles bajo condición», y también: «Reconoced la validez de nuestros matrimonios»?

Ya sabemos, pues, cómo será habitable el reconocimiento de la claudicada F$$PX…

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De todos modos, más allá de lo que se quiera esgrimir para intentar justificar la traición que están llevando a término estos pobres Obispos sobre la base de que Monseñor Lefebvre nunca habría puesto, como condición de nuestro nuevo reconocimiento por parte de Roma, que Roma abandone los errores y las reformas conciliares, queda lo expresado por el Arzobispo en el último reportaje que le realizaron, dado a conocer en enero de 1991, en Fideliter, N° 79.

El periodista le preguntó: “¿Qué puede decir a los fieles que esperan siempre en la posibilidad de un acuerdo con Roma?”

Y Monseñor Lefebvre respondió con estas palabras que deberán servir de reflexión a aquellos aún capaces de recapacitar:

Nuestros verdaderos fieles, aquellos que han comprendido el problema y que justamente nos han ayudado a seguir la línea recta y firme de la Tradición y de la fe, temían las tratativas que hice en Roma. Me han dicho que era peligroso y que perdía el tiempo. Sí, por supuesto, yo esperé hasta el último minuto que en Roma testimoniaran un poco de lealtad. No se me puede reprochar de no haber hecho el máximo. Por eso, ahora, a los que vienen a decirme: es necesario que usted se entienda con Roma, creo poder decirles que yo he ido más lejos de lo que tendría que haber ido.

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Y, por si no les basta, por si quedan dudas, deben remitirse a la Carta de todos los Superiores de la Fraternidad, del 6 de julio de 1988, al cardenal Gantin, y a la cual debía someterse el mismísimo Monseñor Lefebvre.

Allí leemos que “nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de iglesia conciliar y se define por el Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la sociedad”.

Allí se dice que “no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro dicasterio no sería más que la prueba irrefutable”.

Allí se solicita algo muy distinto a lo que piden hoy los traidores: “No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluidos de la comunión impía con los infieles”.

Allí se dice que los fieles “tienen absoluto derecho de saber que los sacerdotes a los cuales se dirigen no están en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista”.

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Entonces, el mismísimo Monseñor Marcel Lefebvre debía sostener que:

* Él jamás quiso pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de iglesia conciliar y se define por el Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la sociedad.

* Él solicita ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluido de la comunión impía con los infieles.

* Los fieles tienen absoluto derecho de saber que el obispo al cual se dirigen no está en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista.

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LO MISMO VALE HOY PARA LOS TRES OBISPOS TRAIDORES DE LA NUEVA F$$PX.

LO MISMO VALE HOY PARA LOS OTROS TRES OBISPOS DE LA RESISTENCIA FLÁCCIDA.

 

Padre Juan Carlos Ceriani