QUÉ HAY DETRÁS DE LA IDEOLOGÍA DE LA NO DISCRIMINACIÓN (9º Parte)

QUÉ HAY DETRÁS DE LA IDEOLOGÍA DE LA NO DISCRIMINACIÓN

Por Juan Carlos Monedero (h)

9. Pensamiento pugnativo o argumentación endeble


Uno de los elogios más gratos que Chesterton le hace a Santo Tomás de Aquino, es el comentario respecto a su personalidad. En el libro homónimo, a la altura del capítulo V, describe su fisonomía. Se admira, sorprende y elogia. Claro está que Chesterton puede hacer todo esto debido a su connaturalidad con el santo. Por eso, cuando describe sus ojos, dice que: “Hay en ellos un fuego de excitación inmediato; son vivos y muy italianos”. Y luego pasará a describir el interior del Angélico, la fuerza vital que recorría sus entrañas:

“El hombre está pensando acerca de algo, y algo que ha llegado a una crisis, no acerca de nada o acerca de alguna cosa, o, lo que es peor, acerca de todas las cosas”.

Ese torbellino interno en el alma de Santo Tomás, Chesterton lo resalta respecto de la conocida anécdota en la mesa de San Luis, monarca de Francia: “Debió de haber esa ardiente vigilancia en sus ojos en el momento antes de herir la mesa y asustar a los comensales del rey” [26].

Era toda una vida interior la que nuestro converso inglés retrata en magníficas pinceladas. Y así, luego de elogiar profusamente la cantidad y calidad de su obra, declara:

“Probablemente no lo hubiera logrado si no hubiera estado pensando incluso cuando no escribía; pero, por sobre todo, pensando pugnativamente. Esto, en su caso, no quiere decir amarga o despectivamente, sin caridad, sino combativamente” [27].

Volvamos –ahora sí– a nuestro tema.
El error de estas declaraciones que pretenden oponerse al “matrimonio” entre homosexuales consiste en argumentar desde dentro de los axiomas engañosos, origen de las confusiones. Al hacerlo, aceptan tácitamente el contrabando ideológico, puesto que no lo desenmascaran. De ahí que no deba admitirse el engañoso planteo del enemigo para, luego, bajo pretextos “tácticos”, intentar eludir su ataque según sus mismas reglas.

El abandono de estos argumentos es urgente. Nosotros creemos avanzar porque no hemos sido refutados según sus propios criterios; cuando en realidad son ellos los que avanzan cuando consiguen que hablemos como ellos quieren que se hable.

Nosotros pretendemos llevarlos a la contradicción, sin advertir que ellos se hunden hasta la náusea en ella. Creemos replicarles y, en realidad, abandonamos nuestra semántica. Al hacerlo, ellos consiguen que juzguemos como ellos desean que se juzgue, obteniendo así el mayor logro: que hagamos un uso ya peyorativo ya ponderativo de las palabras que ellos descalifican o aprueban. Cuánta razón tenía Santo Tomás de Aquino cuando repitió en la Suma aquellas palabras de San Jerónimo:

“con los herejes no debemos tener en común ni siquiera las palabras, para que no dé la impresión de que favorecemos su error” [28].

Las observaciones de Romano Amerio al respecto de este lenguaje son sencillamente brillantes:

“no basta mantener verbalmente una cosa, si después se pretende hacerla coexistir intacta con otra cosa que la destruye”[29].

No basta protestar verbalmente contra el seudo matrimonio y condenar la palabra discriminación.
No basta defender verbalmente la institución familiar como algo intangible y luego hablar en nombre de la mayoría.

Este tipo de lenguaje no hace sino debilitar y suavizar la oposición a la injusta ley. La Escritura dice claramente que un reino dividido no podrá subsistir. Todos los que impugnamos esta inicua legalidad debemos mantener una coherencia y unidad del discurso: unidad en la verdad.

Así se vacía el lenguaje, la palabra y su significación: cuando el carácter contradictorio de las afirmaciones queda mitigado por la mixtura intelectual de quien osa colocar una verdad y un error en un mismo planteamiento:

“La verdadera sabiduría tiende a unir. La sabiduría del mundo tiende a amalgamar elementos que no pueden unirse, y, cuando ve que los tiene yuxtapuestos, cree que los ha fundido. Desde el punto en que dos elementos coexisten, el mundo imagina que están unidos.
El hombre de mundo no teme hacer daño. Pero teme chocar. No conoce las armonías, pero sí las conveniencias”[30].

El que coloca en un mismo discurso dos conceptos contradictorios, vacía el significado de las palabras.

El verdadero camino para oponerse a esta ideología pasa por restaurar el hábito noble y diferenciador de las palabras. No hay que intentar demostrar que el Orden Natural no es discriminatorio: hay que demostrar que no toda discriminación es, en sí misma, injusta.

No retrocedamos ni un centímetro por cada palabra. Ya sabemos que mientras menos definición tenga el discurso, a más personas puede llegar. Pero mientras menos perfil tenga nuestra palabra, mayor será la confusión que instale. Un auditorio amplio nos hace sentir tranquilos, pero desde ahí no podremos defender la verdad entera. Por eso Gómez Dávila decía:

“Para huir de esta cárcel, hay que aprender a no pactar con sus indiscutibles comodidades”.

Vayamos al tema del plebiscito, pedido a fines de mes de julio por la jerarquía de la Iglesia, por boca de Monseñor Antonio Marino.

“He conversado con varios senadores para presentarles la postura de la Iglesia y muchos admiten que coinciden con nuestra posición y están de acuerdo…, pero después aparece el realismo político y terminan apoyando la ley…”.

Y ante tal perspectiva, nos lanza su solución. La convocatoria a un plebiscito sería “una vía más razonable que la seguida por los legisladores, muchos de los cuales actúan bajo presión”. Reclamó, así, “más tiempo para una decisión más sana”. Muy lamentablemente sus palabras estuvieron teñidas de un pensamiento enclenque:

“Llama mucho la atención que en momentos en que la sociedad está afectada y preocupada por el índice de inflación, la inseguridad, la desocupación y el drama de la droga, entre otros graves problemas, se fije como prioridad legislativa este tipo de leyes”.

FAMPAZ ya lo había propuesto el 2 de junio31; antes, el arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, como reseña AICA el 12 de mayo32. Su argumento fue: “Se pretende imponer una decisión que parece superar la responsabilidad de nuestros representantes ya que las consecuencias de la misma son tan graves que
necesitan, por lo menos, ser consultadas a la comunidad”.

La propuesta plebiscitaria elude la hipótesis de conflicto, pero la Iglesia debe pensar católicamente. El orden natural no se plebiscita, se defiende. ¿Cómo es posible que se acepte rifar la verdad en las mayorías?

Se trata de algo peor que lo dicho por otro sacerdote, Nicolás Alessio. El desdichado Alessio –puesto que está violando la ley de Dios, lo llamamos tal– ha dicho lo que realmente piensa. Se juega a una sola carta, sin simular y sabiendo que todo católico bien nacido condenará fuertemente su nombre como emblema del típico falso profeta. Pero pedir un plebiscito es indigno: implica que estamos
efectivamente en contra de la ley, pero que no animándonos a decirlo, hacemos recaer la responsabilidad de tal decisión en la anónima mayoría.

Por vía de posibilidad, como del plebiscito puede salir cualquier cosa, la Iglesia al pedirlo está colocando mansamente el cogote en la guillotina de sus enemigos. Es como si dijera “acepto lo que la mayoría diga, resulte lo que resulte”. Ahora bien, ¿qué impedirá que mañana, cuando se discuta el aborto, nuestros enemigos –los homicidas del niño por nacer– pidan el plebiscito? ¿Qué diremos entonces? ¿Y si piden plebiscito por la educación sexual, la anticoncepción? ¿Alguien quiere plebiscitar algo más?

Algo de este retruécano del argumento plebiscitario lo manifestó el mismo Alex Freire: “Los derechos humanos no se plebiscitan. Sino, con ese criterio, que convoquen a un plebiscito y le pregunten a la gente si quiere seguir financiando con sus impuestos a la Iglesia Católica” [33].

Fácilmente este plebiscito se volvería en contra en muchísimos casos: el sólo proponerlo es propio de un pensamiento endeble. Advirtamos no obstante la coherencia de los destructores del Orden Natural. La desventurada María Rachid también dijo al respecto que

“los derechos humanos no se plebiscitan”[34].

Diana Maffia afirmó, tal como lo recoge su propia página web:

“Sabemos que hay grupos que quieren hacernos plebiscitar derechos. Y yo pregunto: ¿se puede plebiscitar la igualdad? ¿se puede plebiscitar la libertad? Pues no, ya tenemos derecho a ser libres y a amar a quien una/o quiera”[35].

Alguno podrá argumentar que la arpía lo hace por pura táctica, sabiendo que no le conviene. Que dice esto porque sabe que perdería, pero que no tendría ningún escrúpulo en plebiscitar si contara con certeza de victoria. Sin embargo, no perdamos de vista el punto. Independientemente de lo que piense, se anima a decir algo que debería estar en la boca de los que repudiamos el seudo matrimonio: HAY COSAS QUE NO ESTÁN SUJETAS A LA SOBERANÍA POPULAR.

Lo mismo se diga de los judíos y los protestantes. También ellos han tomado la delantera con un discurso más contundente. Un rabino dijo que es “un escándalo espiritual” que el Congreso argentino debata esta ley: dijo que la debata, no que la apruebe.

El hebreo advirtió que con esta ley se pone en peligro el futuro porque “la creación del mundo fue para que hagamos un matrimonio para producir esta naturalidad del mundo y no se puede ir contra eso”[36]. Y luego se animó a citar el Talmud en el medio de la atmósfera laicista. El rabino sí habla en nombre “de Dios” aunque no reconoce al verdadero, Jesucristo.

Los católicos no.
A través de Notivida [37], tenemos noticia también de las declaraciones de los protestantes. Ellos han afirmado que “pasar por alto la ley de Dios es el comienzo de la desintegración de una Nación”; no tuvieron empacho ni vergüenza en citar las sagradas escrituras al afirmar que “si uno toma el Antiguo y Nuevo Testamento” se ve claramente que “Dios previó el matrimonio para varón y mujer”. El texto bíblico, entonces, “no deja posibilidad de que el matrimonio sea otra cosa”, en clara alusión al rabino Daniel Goldman, que minutos antes había adulterado la interpretación de las sagradas escrituras justificando el seudo matrimonio. Incluso, los protestantes se pronunciaron en estos términos: “el matrimonio es el signo de la unión entre Cristo y su Iglesia”, concluyendo con una afirmación llena de énfasis:

“Yo sólo puedo bendecir lo que Dios bendice”.

El punto máximo de intensidad en sus palabras fue el siguiente: “La obediencia a ley de Dios trae bendición y su rechazo condenación” [38].

No hemos tenido un ataque de irenismo ni de relativismo religioso, ¡Dios nos libre! sino que solamente señalamos algo digno de tenerse en cuenta. ¿Por qué nosotros estamos obligados a usar todo tipo de argumentos excepto los sobrenaturales, y los demás no?

He aquí la trampa del naturalismo arrojada a los católicos, en nombre de la “estrategia y la táctica”.

Tal vez alguno pensará que da lo mismo cómo o en nombre de qué uno se opone al seudo matrimonio; que lo importante es que se oponga, no importa cómo, no importa de qué manera, no importa a qué precio.

¿Seguro que no importa en nombre de qué?

Volvemos al ejemplo del principio. Si los primeros cristianos hubiesen predicado en nombre de “un dios”, alternativo a los ya existentes, no hubiesen sido perseguidos ni arrojados a los leones. Pero no hicieron eso: predicaron al Dios excluyente y exclusivo, al Dios celoso, al Verdadero y Único: Jesucristo.

La fidelidad al logos, que es Dios mismo, el Verbo, la Palabra, nos exige como católicos la pronunciación responsable, pedagógica y testimonial de la verdad conocida. Un destino trágico aguarda a los que ceden frente a las ambiciones de los lobos:

“Las concesiones son los peldaños del patíbulo”.

[26] Santo Tomás de Aquino, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1937, pág. 112.
[27] Ídem, pág. 115.

[28] Suma Teológica, III, q. 16, art. 8, corpus.
[29] http://casadesarto.blogspot.com/2004/09/romano-amerio-y-el-divorcio.html . Visto el 9 de julio de 2010.

[30] Ernest Hello. El hombre…, ídem, pág. 109.
[31] http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=21853&format=html . Visto el 30 de junio de 2010.
[32] http://www.aica.org/docs_blanco.php?id=274 . Visto el 3 de julio de 2010.

[33] http://www.clarin.com/sociedad/Matrimonio_gay-Iglesia-polemica-plebiscito-acto_0_288571280.html . Visto el 30
de junio de 2010.
[34] http://www.amprovincia.com.ar/noticias/detail_noticia.asp?id=21867&seccion=1 . Visto el 30 de junio de 2010.
[35] http://dianamaffia.com.ar/?p=5738 . Visto el 30 de junio de 2010.
[36] http://aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=21453&format=html . Visto el 30 de junio de 2010.

[37] http://www.notivida.org, boletín N° 717.
[38] Ídem.