P. CERIANI: ¡POBRE MONSEÑOR FELLAY!… ¡SIEMPRE TAN MAL COMPRENDIDO!

¡POBRE MONSEÑOR FELLAY!…

¡SIEMPRE TAN MAL COMPRENDIDO!…

La lectura de la introducción de la Conferencia de Monseñor Fellay, del 4 de mayo a las Religiosas Dominicas y a los fieles de Saint-Pré, Francia, deja una impresión de compasión, y genera pensamientos de conmiseración:

¡Pobre Monseñor Fellay!

¡Siempre tan mal comprendido!

¡Qué malos esos que leen al revés sus escritos o con anteojos oscuros!

El texto completo en francés de esta conferencia puede encontrarse en:

http://sisciresdonumdei.blogspot.fr/2012/07/la-ligne-de-crete-de-la-fraternite.html

Damos aquí una traducción de los primeros párrafos:

Acerca de la respuesta que envié a Roma poco después de Quasimodo, el 17 de abril, no sé todavía lo que piensa la Congregación de la Fe. Sencillamente, no lo sé.

De lo que puedo saber de fuentes privadas, tengo la impresión que es apropiado.

Para los nuestros, pienso que será necesario explicarla como corresponde, porque hay (en este documento) expresiones o declaraciones que están de tal modo en la línea de la cresta que, si ustedes están mal dispuestos o si se ponen gafas oscuras o rosas, ustedes las verán de un modo o de otro.

Por lo tanto, será necesario que os expliquen bien que esta carta no cambia absolutamente nada en nuestra posición.

Pero, si ustedes quieren leerla al revés, se llegará a comprenderla al revés.

De hecho, se la podría resumir así: en el momento en que la he escrito, había comprendido que Roma —con ocasión de las discusiones doctrinales (en 2009-2011), y también por ciertas expresiones que utilizamos y que son a veces un poco violentas o muy generales—, Roma tenía serias dudas sobre el hecho de nuestro reconocimiento de que todavía hay un Papa, que todavía hay hoy un Magisterio. Y entonces, hubo una amenaza, no sé si hay que decir una amenaza, de declaración de cisma, pero no está lejos de eso, a causa de estas expresiones.

Cuando entendí esto, comprendí lo que iba a escribir y simplemente mostrar a Roma: que aunque tenemos reservas, incluso graves, esto no quiere decir que no se reconoce al Papa. Esto no quiere decir que no se reconoce que el Papa es capaz de realizar actos, actos que tienen su valor, es decir, actos del Magisterio, y tuve que dar ejemplos concretos.

Ahora bien, cuando se conoce la substancia del texto enviado a Roma…; cuando se sabe que Monseñor Fellay reconoce que el Concilio ha dado enseñanzas…; cuando uno lee allí que el Concilio ilumina algunos aspectos de la doctrina de la Iglesia…

El texto enviado por Monseñor Fellay a Roma dice:

«Toda la Tradición de la fe católica debe ser el criterio y la guía de comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual, a su vez, ilumina algunos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia, presente implícitamente en ella, no formulados todavía. Las afirmaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio Pontificio posterior relativos a la relación entre la Iglesia Católica y las confesiones cristianas no católicas deben ser entendidas a la luz de toda la Tradición.»

Este texto ya fue suficientemente analizado. Remitimos al lector al enlace correspondiente:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2012/06/29/analisis-de-la-declaracion-doctrinal-texto-completo/

Creíamos que lo más grave era este texto… ¡Pero no! Lo más grave es lo que Monseñor Fellay expresó el 4 de mayo:

Y entonces, hubo una amenaza, no sé si hay que decir una amenaza, de declaración de cisma, pero no está lejos de eso, a causa de estas expresiones.

¡Pobre Monseñor Fellay! ¡Qué lejos está de aquellas declaraciones de Monseñor Marcel Lefebvre!…

Sermón de Monseñor Lefebvre, 29 de junio de 1976:

He aquí lo que me han dicho los enviados oficiales de la Santa Sede. Nosotros no pertenecemos a esa religión. Pertenecemos a la religión de siempre, pertenecemos a la religión católica, no pertenecemos a esa religión universal, como lo llaman hoy. Ya no es la religión católica. Nosotros no pertenecemos a esa religión liberal, modernista, que tiene su culto, sus sacerdotes, su fe, sus catecismos, su biblia, su biblia ecuménica. Nosotros no los aceptamos.

Nota Preliminar de Monseñor Lefebvre, del 12 de julio1976:

El domingo, 27 de junio, un enviado de la Secretaría de Estado vino a verme en Flavigny-sur-Ozerain en Francia, mientras que yo estaba predicando el Retiro a los ordenandos. La carta que me llevó de parte de Monseñor Benelli era una respuesta a la carta adjunta. Ella confirmaba la prohibición de las ordenaciones, así como las amenazas de sanciones, y no hacía ninguna alusión a la posibilidad de diálogo, incluso a través de un intermediario. Así pues, parecía imposible abordar el problema de fondo, que es el acuerdo de la Iglesia Conciliar, como la denomina Monseñor Benelli en su última carta, y la Iglesia Católica. Que nadie se equivoque, no se trata de una disputa entre Monseñor Lefebvre y el Papa Pablo VI. Se trata de la incompatibilidad radical entre la Iglesia católica y la Iglesia Conciliar, siendo la Misa de Pablo VI el representante, el símbolo y el programa de la Iglesia Conciliar.

Reflexiones de Monseñor Lefebvre sobre la suspensión a divinis; 29 de julio 1976

¿Qué podría ser más claro? Ahora es a la Iglesia Conciliar a la que debemos obedecer y ser fiel, no la Iglesia Católica. Es precisamente todo nuestro problema. Estamos «suspendidos a divinis» por la Iglesia Conciliar y para la Iglesia Conciliar, de la cual no queremos formar parte.

Esta iglesia Conciliar es una Iglesia cismática, porque rompe con la Iglesia Católica de siempre. Tiene sus nuevos dogmas, su nuevo sacerdocio, sus nuevas instituciones, su nuevo culto, ya condenados por la Iglesia en muchos documentos oficiales y definitivos (…)

Es por eso que los fundadores de la Iglesia Conciliar insisten tanto sobre la obediencia a la Iglesia de hoy, haciendo caso omiso de la Iglesia de ayer, como si ya no existiese (…)

Esta Iglesia Conciliar es cismática, porque ha tomado como base de su actualización principios opuestos a los de la Iglesia Católica (…)

La Iglesia que afirma este tipo de errores es a la vez cismática y herética. Esta Iglesia Conciliar no es católica. En la medida en que el Papa, los obispos, sacerdotes o fieles adhieran a esta nueva Iglesia, se separan de la Iglesia Católica. La Iglesia de hoy no es la Iglesia verdadera sino en la medida en que continúa y hace cuerpo con la Iglesia de ayer y de siempre. La norma de la fe católica es la Tradición (…)

El pedido de Monseñor Benelli es esclarecedor: la sumisión a la Iglesia Conciliar, a la Iglesia del Vaticano II, a la Iglesia cismática.

En cuanto a nosotros, seguimos en la Iglesia Católica, con la gracia de Nuestro Señor Jesucristo y la intercesión de la Bienaventurada Virgen María.

Declaración de Monseñor Lefebvre, del 4 de agosto de 1976:

Este concilio representa, tanto a los ojos de las autoridades romanas como de los nuestro, una nueva Iglesia, que ellos llaman, por otra parte, la Iglesia Conciliar.

(…)

Creemos que podemos afirmar, ateniéndonos a la crítica interna y externa del Vaticano II, es decir, mediante el análisis de los textos y el estudio de los antecedentes y conclusiones de este Concilio, que el mismo, dando la espalda a la Tradición y rompiendo con la Iglesia del pasado, es un concilio cismático.

(…)

Todos aquellos que cooperen en la aplicación de este trastrocamiento, aceptando y adhiriendo a esta nueva Iglesia Conciliar, como la designa Monseñor Benelli en su carta que me envió en nombre del Santo Padre el 25 de junio, entran en el cisma.

¡Pobre Monseñor Fellay! ¡Qué lejos está de aquella declaración de quienes gozaban de la misma autoridad que hoy detenta él!… ¡Aunque ya no la misma autoridad moral!…

Carta Abierta de todos los Superiores de la FSSPX al Cardenal Gantin, del 6 de julio de 1988:

Eminencia, reunidos en torno a su Superior general, los Superiores de los distritos, seminarios y casas autónomas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, piensan conveniente expresarle respetuosamente las reflexiones siguientes. Usted creyó deber suyo, por su carta del 1º de julio último, hacer saber su excomunión latae sententiae a Su Excelencia Monseñor Marcel Lefebvre, a Su Excelencia Monseñor Antonio de Castro Mayer y a los cuatro obispos que ellos consagraron el 30 de junio último en Ecône. Quiera usted mismo juzgar sobre el valor de tal declaración que viene de una autoridad que, en su ejercicio, rompe con la de todos sus antecesores hasta el papa Pío XII, en el culto, enseñanzas y el Gobierno de la Iglesia.

En cuanto a nosotros, estamos en plena comunión con todos los Papas y todos los Obispos que han precedido el Concilio Vaticano II, celebrando exactamente la Misa que ellos codificaron y celebraron, enseñando al Catecismo que ellos compusieron, oponiéndonos contra los errores que ellos condenaron muchas veces en sus encíclicas y cartas pastorales. Quiera usted entonces juzgar de qué lado se encuentra la ruptura. Estamos extremadamente apenados por la ceguera de espíritu y el endurecimiento de corazón de las autoridades romanas.

En cambio, nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro dicasterio no sería más que la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluidos de la comunión impía con los infieles.

Creemos en un solo Dios, Nuestro Señor Jesucristo, con el Padre y el Espíritu Santo, y seremos siempre fieles a su única Esposa, la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. El ser asociados públicamente a la sanción que fulmina a los seis obispos católicos, defensores de la fe en su integridad y en su totalidad, sería para nosotros una distinción de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles. Estos, en efecto, tienen absoluto derecho de saber que los sacerdotes a los cuales se dirigen no están en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista (…).

¡Pobre Monseñor Fellay!… Que escriba, pues, lo que la Roma anticristo le exige:

En cuanto a nosotros, estamos en plena comunión con todos los Papas y todos los Obispos del Concilio Vaticano II…

Queremos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar…

Pedimos el no ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia…

El no ser asociados públicamente a la sanción que fulminara a los seis obispos católicos de otrora sería para nosotros una distinción de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles…

Estos, en efecto, tienen absoluto derecho de saber que el obispo al cual se dirigen está en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista…

Padre Juan Carlos Ceriani