PIO XII Y LA FAMILIA CRISTIANA – LA MISIÓN EDUCADORA

PÍO XII Y LA FAMILIA CRISTIANA

Discursos de Su Santidad Pío XII a los recién casados ente los años 1939 y 1943

LA MISIÓN EDUCADORA

21 de Junio de 1939

Con verdadera alegría notamos este número siempre considerable de recién casados, que vienen a los pies del Vicario de Cristo para pedir de él una bendición que les acompañe en el camino radiante que se abre ante sus esperanzas.

Deseamos sinceramente y auguramos que estas bellas, alegres y santas esperanzas se hagan realidad en un porvenir de felicidad verdadera y perfecta, no sólo para ellos, sino para los hijos que la Providencia les mande, ya que ellos no viven sólo para sí mismos, sino para los que de ellos han de nacer.

Los esposos verdaderamente cristianos, viven, quieren vivir y sienten deber de vivir especialmente para el bien de sus hijos, sabiendo siempre que su bienestar personal dependerá finalmente de sus hijos.

Ahora bien, queridos recién casados, la felicidad de vuestros hijos está, al menos en parte, en vuestras manos, pues está en relación estrecha con la educación que deis a vuestros hijos desde los albores de su vida, dentro de las paredes domésticas.

Precisamente hoy celebramos la fiesta de San Luis Gonzaga, gloria brillantísima de la juventud cristiana.

No hay duda que la gracia de Dios previno y acompañó a esta alma privilegiada, con dones extraordinarios, desde los primeros años; pero no es menos cierto que Dios encontró una atenta, delicada e industriosa cooperadora en Doña Marta, la madre afortunadísima de nuestro amable Santo. ¡Tanto puede una madre que siente toda la sublimidad de su misión educadora!

Y para ayudaros en el cumplimiento de esta misión, Nos place poner de relieve a este angélico joven como modelo que debéis proponer a los hijos que el Señor os dé, y como Patrono a cuya tutela confiéis estas queridas prendas de vuestro amor.

Cierto que han cambiado los tiempos, han mudado las costumbres, han variado aspectos y métodos de educación; pero la verdadera y genuina figura de Luis Gonzaga, queda y quedará siempre como sublime modelo cuyos ejemplos y rasgos se adaptan a los jóvenes de todos los tiempos.

Por eso Nuestro predecesor Pío XI, de venerable memoria, confirmando cuanto ya habían decretado Benedicto XIII y León XIII, quiso nueva y solemnemente proclamar a Luis Gonzaga como Patrono celestial de toda la juventud cristiana. Y al convocar a esta selectísima parte de la familia cristiana bajo la tutela y protección de aquél, la exhortaba vivamente y le rogaba paternalmente que tuviese fijos sus ojos en este joven maravilloso, ejemplar de naturaleza y de gracia, que consagraba a la rápida conquista de una consumada santidad, vivacidad e ingenio, vigor de carácter, fuerza de voluntad, fervor de obras, generosidad de renuncia, hecho un verdadero ángel de pureza y un verdadero mártir de caridad.

Id hoy, si os es posible, a la Iglesia de San Ignacio, aquí en Roma, y arrodillaos junto a la urna que encierra los sagrados huesos de San Luis, rogadle que quiera recibir desde ahora bajo su protección a los hijos que esperáis de Dios.

Nos os acompañaremos con el pensamiento y el corazón a aquella tumba venerada, ante la cual hemos orado personalmente tantas veces, especialmente cuando, siendo joven, frecuentábamos las aulas escolares del vecino Colegio Romano, testigo de la santa vida y de la preciosa muerte de Luis Gonzaga.

Que Nuestra bendición sea auspicio de aquellas gracias que de corazón pedimos para vosotros, por la intercesión de este angélico santo, a quien se ha reservado en la Iglesia una perenne misión en favor de la juventud.