EL TESTIMONIO DE NUESTRA ESPERANZA P. ANTONIO VAN RIXTEL CAPÍTULO VI

DIFERENCIAS ENTRE MILENARISTAS Y NO-MILENARISTAS

Artículo 1º: Sinopsis de la doctrina escatológica de los primeros siglos.

Las diferencias entre milenaristas y no-milenaristas están muy lejos de ser claras y bien definidas. Es, pues, preciso intentar destacarlas. Para eso nos parece útil ofrecer ante todo una síntesis de la doctrina escatológica de los primeros siglos, aclarando luego las diferencias que existen entre las dos corrientes intervencionistas.

 

I Breve sinopsis de la doctrina escatológica de los primeros siglos.

 

1) Dios en seis días perfeccionó la obra de la creación y descansó santificando el séptimo día; así también realiza Dios en seis días es decir, en seis edades, la obra de la redención y restauración de todas las cosas, descansando en la séptima edad. que será el feliz milenio del Reino de Cristo con sus santos resucitados.

) Ahora estamos en la sexta edad, que corresponde a la preparación del Reino. Esta edad abarca el tiempo de los gentiles, y corre desde la Primera Venida hasta la Vuelta gloriosa de Cristo. Estamos, pues, en las vísperas del milenio pascual o gran sábado. Habiendo sido entresacados del mundo, peregrinamos hacia la gran fiesta de la Resurrección, que será una verdadera fiesta de los tabernáculos, preparación para el día octavo.

3º) Durante esta sexta edad, el hombre engendrado de Dios por la fe en Cristo, recibe nuevamente la imagen de Dios, siendo bautizado por el agua y el Espíritu Santo; y aquellos que duermen en el Señor, entran en el lugar lucidísimo del descanso, donde sus almas gozan y se recrean a la vista de los bienes que aguardan para el día de la Resurrección.

4º) Cuando se consumare la presente edad sexta, se consumará también el misterio de iniquidad, que está obrando ya desde el principio. Será una apostasía general que se organiza políticamente. Porque, en aquellos tiempos de doctrina mala y falla de fe, surgirán los diez reyes, que acabarán con la hija de Babilonia; y vendrá luego el gran Dragón, que invistiéndose de un poder mundial, preparará el camino para el Anticristo, a quien cederá todo su poder político.

5º) Durante tres años y medio el mundo estará bajo la señal y el dominio del Anticristo, cuyo reinado de apostasía abarcará al orbe entero; él se sostendrá políticamente por la fuerza bruta de los hombres impíos, secuaces del Anticristo.

6º) Entonces aparecerán las señales de la Verdad: la señal del cielo abierto, la señal de la trompeta y la señal de la resurrección de los santos (Didaché), de aquellos santos que después de resucitados, han de ser arrebatados al encuentro de Cristo en los aires, para asistirle en el juicio con que viene a juzgar al orbe. (Cirilo Alejandrino).

7º) Porque cuando el hijo de la perdición se hubiere sentado en el lugar santo, y ya faltaren las fuerzas para resistirle, entonces Dios Padre vendrá en auxilio de sus elegidos y mandará al libertador, el Señor Jesucristo, que vendrá como un relámpago para destruir el misterio de apostasía y de iniquidad, (y sus santos vendrán con El), y echará al Anticristo y a todos los que le obedecen, en el estanque de fuego.

8º) En la conflagración, que acompañará la Venida de Cristo en Gloria y Majestad, el mundo será renovado, y todos los justos serán conducidos a los tiempos del Reino. Porque los que murieron en Cristo resucitarán y junto con los que sobrevivieron a los tiempos del Anticristo, recibirán la heredad prometida a Abrahán.

9º) Entonces Satanás será encadenado por mil años, para que no engañe a nadie, hasta que se cumpla aquel tiempo durante el cual reinará la justicia en el orbe entero.

Las criaturas todas que ahora se ven sujetas a la servidumbre de la corrupción, (aguardando con gran ansia la manifestación de la gloria de los hijos de Dios, que renovará la faz de la tierra), serán libertadas de esta servidumbre, porque entonces serán quitadas del mundo las tinieblas que ahora oscurecen el cielo; y el sol será siete veces más claro; y la luna recibirá la claridad del sol. Los animales volverán a su prístina mansedumbre y la tierra se abrirá en toda su fecundidad produciendo abundancia de frutos.

10º) Y en este mundo renovado reinará Cristo con sus santos.

Este Reino será el principio de la incorrupción.

a) Centro y sede de este Reino será el misterio de la Jerusalén celestial; una ciudad descendida del cielo; la cual tiene su raíz en la tierra y cuya cabeza se pierde en los cielos, es decir: la Jerusalén terrenal, reedificada, adornada y amplificada, y que es sobre techada por la Jerusalén celestial que pende del cielo y que será la morada y la corte de Cristo con sus santos resucitados (Tertuliano, Lactancio, Comodiano).

b) Los santos resucitados reinarán con Cristo: no harán obra terrenal alguna; tendrán el trató con los ángeles del Señor Jesús, que estará con ellos y les conducirá a su mesa y beberá con ellos la nueva copa, y Reinará con ellos sobre el pueblo de Dios congregado en la heredad prometida a Abrahán. El imperio de este Reino abarcará el orbe entero.

c) Porque en la tierra habrá viadores. En primer lugar, aquellos hombres justos que escaparon de las manos apostatas del Anticristo, y que Cristo encontrará en carne esperando su venida gloriosa del cielo. Estos hijos de Abrahán según la fe han de ser congregados en la heredad prometida, y vivirán confiadamente y se multiplicarán; plantarán viñas y edificarán casas; servirán en la Jerusalén al Reino de Cristo con sus santos. Bajo el gobierno de Cristo con sus santos, el Pueblo de Dios tendrá el imperio sobre todas las naciones, rigiéndolas según la ley de la caridad y justicia de Dios.

d) Porque, en segundo lugar, en la tierra renovada habrá también naciones, constituidas por aquellos dejados, que poblarán nuevamente la tierra renovada, y formarán pueblos que rendirán vasallaje al pueblo santo de Dios, y vendrán a adorar al Rey que sobre este pueblo reina con sus santos.

e) Este feliz milenio, principio de la incorrupción, será la preparación para el día octavo. El pecado existirá todavía entre los habitantes de la tierra. Pero parece que en la medida en que ahora triunfa el mal, triunfará entonces el bien. Como ahora la servidumbre de la corrupción a la cual está sujeta la creación, favorece el dominio de la injusticia, así favorecerá entonces la gloria de la tierra renovada el dominio de la justicia.

Así como ahora Satanás con sus demonios engaña a los hombres y naciones, y oprime la justicia fomentando el odio y toda clase de vicios por una iniquidad organizada y siempre creciente, así entonces,-encadenado Satanás-, Cristo reinará con sus santos y el pecado será oprimido por el fomento de la verdad y de la caridad.

11º) Pero al fin del Milenio, cuando los santos estén preparados para entrar en la casa del Padre, entonces todos los viadores que estén en la tierra pasarán por el crisol de la prueba. Porque por muy poco tiempo será desencadenado Satanás, y saldrá para engañar a las naciones. Entonces vendrá la rebelión de Gog y Magog. Estas son aquellas gentes, que según la opinión más probable, parecen ser congregadas por Satanás de entre las naciones. Ellas, a pesar de las maravillas, recibidas durante los tiempos del Reino, prestarán oídos al engaño del Diablo, y tratarán de rodear los campamentos de los santos.

Entonces la indignación de Dios se descargará sobre ellos, y en una inmensa conflagración del universo perecerán todos por el fuego. Seguirá la resurrección general y el juicio. Los impíos serán echados juntos con Satanás y sus demonios en el estanque de fuego, siendo condenados a la muerte segunda. Los santos y todos los justos, empero, serán sobrevestidos con la incorrupción, y hechos semejantes a los ángeles en virtud y belleza. Así serán trasplantados al mundo nuevo; a aquella nueva tierra y nuevo cielo que la Omnipotencia divina hará surgir de la conflagración en la que pasará la figura del mundo antiguo, donde el hombre cometió el pecado y por eso envejeció

12º) Será éste el principio de una nueva semana de semanas sin fin. Porque entonces entramos en el día (edad) octavo el primero de una nueva serie de edades; y el nuevo cielo y la nueva tierra, a la que baja la Jerusalén celestial, permanecerán eternamente, y los justos morarán en ellos, para recibir del Padre aquellas cosas que ni ojo vio, ni oído oyó, ni pueden surgir en corazón humano, pero que el Padre tiene preparadas para los que le aman. Y Dios morará en compañía de los hombres. Unos vivirán en los cielos, y otros gozarán confiadamente del paraíso, y otros poseerán la hermosura de la ciudad. Todos podrán contemplar a Dios y le verán en la medida de sus méritos y conversarán con El siempre de cosas nuevas. Es así que todos los que se salvan ascenderán por el Hijo al Padre, después que hayan ascendido por el Espíritu al Hijo. Y la gloria del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo será consumada en todos y en todo para siempre jamás.

13º) Esta doctrina de la bienaventurada esperanza en lo que se refiere a sus elementos fundamentales, es valorizada por Papías, Justino, lreneo, Polícrates y Lactando como una enseñanza fundada en las profecías y recibida de los Apóstoles y del Señor mismo.

Nota: Esta sinopsis descansa en un análisis detenido de los más importantes textos escatológicos de los Padres y escritores milenaristas de los primeros cinco siglos, citados por el eminente patrólogo Alcañiz S.J. en su obra "Ecclesia Patrística et Milenarismus", y especialmente en los diez últimos capítulos del libro IV, "Contra Haereses" de San lreneo. No es imposible que algunos puntos oscuros de esta sinopsis, a los cuales nos referiremos luego, puedan ser aclarados por un estudio comparativo de estos textos escatológicos con otros puntos de los escritos de los primeros siglos, especialmente con aquellos que tratan de la Iglesia. Si hablamos, pues, en los capítulos siguientes de las dificultades y puntos oscuros que ofrecen en síntesis las afirmaciones milenaristas de los primeros siglos es siempre con esa reserva.

Frente a esta sinopsis, que contiene en síntesis la doctrina del Reino de los primeros cinco siglos, surgen dos dificultades gravísimas, sobre dos puntos importantes, a saber: la Restauración de Israel y la posición de la Iglesia.

 

 

Articulo 2º: Primera dificultad contra esta sinopsis:

La Restauración de Israel.

A. El problema.

Veamos en primer lugar la dificultad, ya anteriormente mencionada, a saber: la Restauración de Israel.

No hay ninguna duda de que los Padres y escritores de aquellos tiempos aplicaban las profecías que se refieren a este acontecimiento futuro, a los "Hijos de Abrahán según la fe", es decir, a aquellos cristianos que habiendo sobrevivido a la persecución del Anticristo, se encuentren en vida cuando venga Jesús, y que serán congregados en la tierra prometida a Abrahán. Aplican, pues, prácticamente estas profecías, que se refieren a la Restauración de la casa de Jacob, a los cristianos.

Extraña mucho que los dos misterios que anuncia San Pablo a) la Restauración de Israel (Rom.11, 25-32; Heb.8, 8 sgs. y 10,16); b) la transformación y el arrebato de los vivientes cristianos que estarán en vida, esperando al Señor cuando venga (I Cor.15,51 con ITes.4,16-17)- no hayan encontrado ni mención, ni lugar, ni explicación en la escatología de los primeros siglos. Quiere decir que, prácticamente, no hay ninguna distinción entre Israel y la Iglesia en esta doctrina escatológica, por lo cual se explica cierta confusión en su visión en el terreno de las profecías.

Porque la distinción clara entre el lugar y el papel que tiene el pueblo judío, y el lugar y el papel que tiene la Iglesia en los acontecimientos escatológicos y el Reino Mesiánico, es una llave decisiva en la interpretación de las profecías. Mucho yerran, pues, aquellos milenaristas que dicen que no hay ningún motivo intrínseco que pueda explicar la gran reserva que los Padres, escritores y Doctores posteriores guardaron frente a la doctrina escatológica de los Padres y escritores de los primeros siglos.

B- la Resolución.

Ya hemos visto que los no-milenaristas posteriores –aunque rechazaron la doctrina milenarista de los primeros siglos- empezaron a aplicar las profecías que anuncian la conversión y restauración de Israel, al pueblo judío propiamente dicho, y con esto tomaron un nuevo rumbo en la interpretación de las profecías. En este sentido la contribución de los intérpretes no-milenaristas al esfuerzo común ha sido enorme. Si uno compara el estudio del gran Jesuita lacunza en su obra "la Venida del Mesías en Gloria y Majestad" con la doctrina escatológica de los primeros siglos, salta a la vista el enorme progreso.

Hoy en día los milenaristas y no-milenaristas están de acuerdo en que todas las profecías que se refieren a la restauración de Israel, han sido dichas en el sentido literal y directo del pueblo judío, es decir: de las dos casas de Israel y Judá, de las doce tribus de la estirpe de Abrahán según la carne. Concuerdan también en que esta restauración tendrá lugar después de la destrucción del Anticristo, y en que será obra de Cristo y de Cristo sólo, pues "la ceguera y dureza del pueblo judaico en no querer reconocer al Mesías, es de suyo incurable; se necesita un milagro de la gracia, el cual obrará Dios a su tiempo", como dice el Padre Réboli S.J

 

Artículo 3º: Segunda dificultad: la posición de la Iglesia.

Introducción.

A pesar de que todos interpretan literalmente las profecías referentes a Israel, tanto milenaristas como no-milenaristas siguen confundiendo a Israel con la Iglesia. Esta nueva confusión se hace patente frente a la siguiente pregunta: ¿Esta conversión y restauración de Israel, obra de Cristo y no de su Iglesia, significa también la entrada de los judíos en la Iglesia? O ¿termina la Iglesia de los gentiles, cuando empieza el Reino Mesiánico con la re-edificación del tabernáculo de David, que ahora está en ruinas? En otras palabras: ¿En qué sentido? y ¿cómo? es que la Restauración de Israel ha de constituir el triunfo de Cristo y de su Iglesia?

He aquí el punto fundamental y delicado de la discusión entre milenaristas y no-milenaristas. Es el punto fundamental, porque todas las diferencias entre ellos giran consciente o inconscientemente alrededor de esta cuestión. Es el punto delicado, porque toca opiniones formadas y convicciones profundamente arraigadas. Sin embargo, tenemos el deber de buscar la verdad escudriñando las Escrituras, sabiendo que nuestras opiniones humanas no pueden cambiar ni un ápice del plan divino, como tampoco la tradición rabínica (que alegorizó las profecías referentes a la Venida humilde y echó en olvido las profecías que anunciaban la ruina que vendría sobre los judíos por causa de esta ceguera), no podría prohibir el cumplimiento del plan de Dios, de antemano anunciado.

A- Afirmación no-milenarista

1) Los no-milenaristas sostienen que la Iglesia ha de existir hasta la consumación de los siglos, y entienden por esto, el fin del mundo. (Algunos de ellos hablan de una Roma-perenne, como centro y sede del Reino Mesiánico que ha de venir). Por consiguiente, afirman que la Restauración de Israel se realizará mediante su entrada en la Iglesia. Así la Iglesia, después de las ruinas causadas por el Anticristo, será curada y consolada, y se iniciará un ingente triunfo anunciado en las profecías mesiánicas.

II) Contra esta opinión surgen grandísimas dificultades. Entre muchas otras, las siguientes:

1º) Cristo ha prometido s asistencia a la Iglesia hasta la "consumación" del "siglo", hasta la consumación de la presente edad (Mal. 28,20); entonces será la siega (Mal. 13,36·43). No hay ni un lugar en las Escrituras que dé pie a la opinión de que la "consumación del siglo" equivale al "fin del mundo".

2°) San Pablo anuncia la Restauración de Israel, para cuando la "pleroma” "el número completo" de los gentiles haya entrado: "entonces salvarse a todo Israel, según está escrito: Saldrá de Sión el Libertador, que desterrará de Jacob la impiedad. Y tendrá efecto la alianza, que he hecho con ellos, en habiendo yo borrado sus pecados" (Rom. 11,-26-27).

3º) “Jerusalén será hollada por los gentiles hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” dice Jesús (Luc.21, 24; conf. Dan.12,7). Los tiempos de los gentiles se cumplirán cuando la apostasía haya llegado a su colmo con la aparición y el reinado del Anticristo (II Tes.2).

4º) La Iglesia y el tabernáculo de David son dos cosas distintas. La Iglesia predica el Evangelio en testimonio a las naciones, mientras el tabernáculo de David está en ruinas. Pero después que Dios, mediante la Iglesia, haya escogido de entre los gentiles "un pueblo consagrado a su nombre", "yo volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y reedificaré sus ruinas y de nuevo le pondré en pie" (Hech.15, 15-17). Si el tabernáculo de David fuera la Iglesia, entonces la Iglesia estaría ahora en ruinas.

5º) La Restauración de Israel será como “nación” en su propia tierra "como en los días de la antigüedad" (Amós 9,1 1; Ez.37, 19·22), mientras la Iglesia por su carácter y finalidad es una congregación de elegidos de entre las naciones.

6ª) Israel, restaurada como nacion, será exaltada por encima de las naciones, (Zac.8, 20; ls.49,22 etc.) y Jerusalén será llamada la ciudad de la verdad, y estará llena de paz, prosperidad y felicidad (Jer.31,27; Ex.36,33-38; ls.4,2-6 etc.).

Todos estos y muchos otros motivos, nos inducen a opinar que la sentencia no-milenarista -la cual sostiene que la Restauración de Israel incluye su entrada en la Iglesia identificando el triunfo de la Iglesia con el del pueblo judío, ofrece dificultades insolubles frente a las Escrituras.

B- Afirmación milenarista moderna.

Los milenaristas modernos, si bien coinciden con tos antiguos en hacer de los gentiles hijos de Abrahán según la fe, difieren de ellos en que aplican las profecías del Reino Mesiánico, en su aspecto terrenal, a los judíos como hijos de Abrahán según la carne. Pero ambos dejan sin aclaración la posición de la Iglesia, tanto respecto de la Sinagoga, como de la Israel restaurada.

Los milenaristas modernos no conservaron la distinción entre la Jerusalén celestial y la terrenal, distinción que había empezado a tomar cuerpo en la doctrina de los antiguos milenaristas. Y es por esto que la visión que ellos tienen sobre la Jerusalén restaurada, como centro y sede del Reino; es todavía más oscura.

Afirman que los hijos de Abrahán (tanto los del Antiguo como los del Nuevo Testamento), que murieron en la fe; resucitarán para recibir el Reino con Cristo en la Israel restaurada; reinarán con Cristo y con el pueblo judío reunido en su tierra; y el imperio de este reino abarcará a todas las naciones.

Contra esta sentencia aunque armoniza más con las Escrituras, surgen también grandes dificultades.

En primer lugar la Iglesia parece así un apéndice de la Sinagoga Antigua, que no tendría otra finalidad que la de hacer de los elegidos de entre los gentiles, hijos de Abrahán, judíos según el espíritu. Sin embargo, El Nuevo Testamento nos enseña con insistencia que la Iglesia reúne en un cuerpo a los hijos dispersos de Dios. Este cuerpo místico, que se unirá en matrimonio con Cristo (Mat.28, 19; Apoc.19, 7-9; Conf. Ef.5, 23-32), es "un pueblo congregado de entre las naciones para su nombre" (Hech.15, 14); es la Esposa del Cordero; bautizada en el Espíritu Santo; alimentada con la Carne y Sangre de Cristo; es el templo de Dios vivo, del Espíritu Santo.

Además las promesas que tiene la Iglesia son muy distintas de las promesas que tienen los judíos. A los judíos fué prometida fa tierra de Canaán; a la Iglesia el Reino de los cielos. A los judíos el estar alrededor del trono de David, y el ser los súbditos bajo su Cetro; y a la Iglesia el sentarse sobre el trono de Cristo y el reinar con Él como Reyes, coherederos con Cristo, para quienes Dios ha previsto cosas mejores, etc., etc.

No se puede pues identificar la Iglesia resucitada y arrebatada al encuentro de Cristo, con los resucitados del Antiguo Testamento. Y si todos han de recibir la herencia prometida a Abrahán en el tiempo de la Restauración de Israel, surge la pregunta: ¿Los santos resucitados que reinaran con Cristo-Rey en el trono de David, han de estar mezclados con los judíos mortales? Esto abriría la puerta a ideas muy carnales y crasas.

 

Artículo 4º: Tarea a enfrentar

 

Resulta, pues, que quedan gravísimas dificultades por resolver. Las dificultades entre milenaristas y no-milenaristas no son tan simples como para que salte a primera vista quien tiene razón. Desde muy antiguo existían y existen todas estas dificultades no resueltas todavía. Por eso no sólo se explica, sino que también en cierto modo se justifica la reserva de muchos grandes exégetas y doctores frente a la doctrina del Reino, sostenida como tradición apostólica por padres de los primeros siglos.

Pero ¿son estas dificultades irresolubles? Seguramente que no, si sabemos reunirnos con caridad para que, meditando y rezando, escudriñemos las Escrituras sin prejuicios y sin apriorismos. El Magisterio ordinario de la Iglesia, lejos de impedir, quiere exactamente estimular estos esfuerzos; y las medidas disciplinarias de la Comisión Bíblica o del Santo Oficio no son impedimentos, sino avisos de orientación en el estudio y en la enseñanza.

Roma enfrenta con mucha más amplitud las opiniones y las sentencias de lo que el promedio de los teólogos o moralistas suelen hacer. Quien no esté; convencido de esto, entérese por Ej: del contenido de "Las profecías de la Salette" editado con el "imprimátur" del R. P. A. Lapide o. p. maestro del sagrado Palacio, Asistente Perpetuo de la Congregación del índice, bajo el titulo "L’Apparition de la trés Sainte Vierge sur la sainte Montagne de la Salette, le samedi 19 septembre 1846". Allí se encuentran palabras muy duras, dirigidas a los sacerdotes y hasta a los obispos, y se puede leer entre muchas otras afirmaciones que asombran. la siguiente: "Rome perdrá la foi el deviendrá le siege de l’Antichrist". Y la Virgen lo anuncia para un tiempo que está muy cercano; parece una alusión al misterio de la apostasía que anuncia San Pablo.

Por todo esto, creemos no equivocarnos si decimos que Roma -tan amplia para conceder su "imprimátur" a profecías escatológicas privadas- observará la misma amplitud frente a exposiciones sinceras sobre las profecías escatológicas de las Sagradas Escrituras.

 

Articulo 5º: Esbozo de los capítulos siguientes:

 

Convencidos de esto, vamos a examinar más detenidamente las diferencias entre milenaristas y no-milenaristas. Estas diferencias se pueden centrar en dos cuestiones:

La primera, referente a la Resurrección de los muertos. Mientras que los milenaristas sostienen la doctrina de la primera resurrección, se atienen los no-milenaristas a la resurrección única y simultánea de todos los muertos.

La segunda, al centro y sede del Reino Mesiánico. Tanto los milenaristas como los no-milenaristas, aunque de modos distintos, confunden la Iglesia con la Israel restaurada. Por esto no saben hallar el lugar y la vocación propias que la Iglesia tiene con respecto a Israel.

Los milenaristas reducen la Iglesia en la presente edad a un mero instrumento para hacer de los gentiles "judíos según el espíritu”. Y confunden a ambos en la edad futura del Reino Mesiánico; pues localizan a Cristo que reina con sus santos resucitados (Tanto judíos como gentiles) en la Jerusalén restaurada.

Los no-milenarista, rechazando la doctrina de la primera resurrección, reducen todo el grandísimo acontecimiento de la conversión y restauración de Israel y del Reino Mesiánico a una simple entrada de los judíos de aquel entonces en la iglesia militante.

En los capítulos siguientes aclararemos, pues, primeramente la doctrina de la resurrección; luego entraremos en un detenido examen de la vocación y lugar propios de la Iglesia en la edad presente, para descubrir el lugar y misión que le están reservadas en el reino mesiánico. Solo así se aclaran todas las dificultades y confusiones existentes, y se abren las Escrituras en todo el esplendor de su grandiosa armonía.