YA LO HABÍAMOS ADVERTIDO EN SEPTIEMBRE

LO ANTICIPAMOS EN LOS ESPECIALES DEL MES DE SEPTIEMBRE

No hacía falta ser profeta, bastaba con conjeturar sobra la base de datos y hechos anteriores.

No hacían falta las Cartas de los Padres Morgan y Bouchacourt.

Palabras más, palabras menos, ya lo habíamos dicho en los Especiales del mes de septiembre, una semana después de la reunión del 14 con el Cardenal Levada y del Comunicado Oficial Común.

De todos modos, es bueno tener la confirmación oficiosa (¿oficiosa?) sobre la realidad de los hechos.

Nosotros anticipamos lo siguiente (destacamos en amarillo nuestras predicciones):

https://radiocristiandad.wordpress.com/2011/09/22/especiales-de-cristiandad-con-el-p-ceriani-septiembre-2011-%e2%80%93-resumen-de-las-negociaciones-roma-fsspx/

CONTENIDO CONOCIDO DEL PREÁMBULO DOCTRINAL

(…)

Hemos dicho que mucho se ha insistido y se insiste aún sobre el hecho de haber logrado una legitimidad de crítica respecto del Concilio Vaticano II.

Sin embargo, hemos visto que el Preámbulo doctrinal confirma lo establecido por la jurisprudencia vaticana desde 1988.

Insistimos, porque es muy importante este punto: el Comunicado oficial común dice que «Dicho preámbulo enuncia algunos principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica, necesarios para garantizar la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y el «sentire cum Ecclesia», dejando, al mismo tiempo, abiertos a una discusión legítima el estudio y la explicación teológica de expresiones o formulaciones particulares presentes en los textos del Concilio Vaticano II y del Magisterio posterior.»

Pero el Protocolo del 5 de mayo de 1988, en el punto 3) de la Declaración Doctrinal, dice: «Acerca de ciertos puntos enseñados por el Concilio Vaticano II o concernientes a las reformas posteriores de la liturgia y del derecho, y que nos parecen difícilmente conciliables con la Tradición, nos comprometemos a tener una actitud positiva de estudio y de comunicación con la Sede apostólica, evitando toda polémica.»

Hay que recordar que en diversas ocasiones el Cardenal Castrillón Hoyos se refirió al Protocolo como base de un acuerdo, concretamente se habló de esto en la audiencia de agosto de 2005 con Benedicto XVI.

Esto nos hace recordar la declaración de Monseñor Fellay al diario suizo La Libérté, en 2001:

Da la impresión de que nosotros rechazamos todo el Vaticano II. Ahora bien, nosotros guardamos el 95%.

Es más bien a un espíritu que nos oponemos, a una actitud ante el cambio establecido como postulado.

En el mismo sentido escribió en la Carta a los Amigos y Benefactores Nº 60, de mayo de 2001:

Cuando decimos rechazar el Concilio, no entendemos rechazar totalmente la letra de todos los documentos conciliares que, por su mayor parte contienen simples repeticiones de lo que ha sido dicho en el pasado. Pero nosotros atacamos un nuevo lenguaje, introducido en nombre de la pastoralidad del Concilio.

Destaquemos que Monseñor Fellay no ha propuesto un tercer préalable o tercera condición previa, la que correspondía: un reconocimiento por parte de Roma de la enseñanza del Magisterio tradicional respecto de los puntos en disputa por la FSSPX, lo cual implicaría la conversión de Roma, requisito exigido por Monseñor Lefebvre luego de las consagraciones episcopales.

Todo parece indicar que tampoco el Vaticano se lo exigirá a la FSSPX en sentido inverso…, a pesar de que Benedicto XVI ha dicho que «mientras las cuestiones doctrinales no sean resueltas, la Fraternidad no gozará de ningún estatuto canónico en la Iglesia».

Queda por ver hasta qué límites llega la tolerancia de Roma del rechazo de ciertos puntos del Vaticano II.

Todo parece indicar que estamos ante una propuesta de lo que podría llamarse un pacto de tolerancia mutua.

(…)

LO QUE CONTENDRÍA EL PREÁMBULO DOCTRINAL

Si bien ni Roma ni la FSSPX indican qué enseñanzas fundamentales debe aceptar la Fraternidad para reintegrarse a la Iglesia Conciliar, ni qué elementos del Concilio podrían discutirse, sin embargo, los expertos vaticanistas dicen que los «principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica, necesarios para garantizar la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y el sentire cum Ecclesia», de que habla el Preámbulo doctrinal, no serían otros que los contenidos en la Professio Fidei publicada en 1989 por el Cardenal Ratzinger.

Esta nueva Profesión de Fe, que reemplaza al Juramento Antimodernista, indica tres diversos grados de asentimiento a los que está obligado el fiel:

1º) Creer «con fe firme» lo que está «contenido en la Palabra de Dios» y lo que la Iglesia propone «como revelación divina».

2º) Comprometerse a acoger todos los dogmas declarados tales hasta el día de hoy.

3º) Adherir «con religioso obsequio de la voluntad y del intelecto» a las enseñanzas que el Papa y el Colegio de los Obispos «proponen cuando ejercitan su magisterio auténtico», aunque no sean proclamados de modo dogmático, es decir, definitivo.

De este tercer punto forman parte, por ejemplo, las encíclicas; y en él se localizan también muchos de los documentos del Vaticano II, que tienen que ser leídos como desarrollo y no como ruptura con la doctrina precedente, según la hermenéutica propuesta por Benedicto XVI.

Por lo tanto, si bien el Comunicado habla, y lo recalca Monseñor Fellay en su entrevista, de «dejar abierto a una discusión legítima, el estudio y la explicación teológica de expresiones o formulaciones particulares presentes en los documentos del Concilio Vaticano II y del Magisterio sucesivo», es claro que aceptar la Profesión de Fe que contendría el Preámbulo no significa que las diferentes interpretaciones de los textos puedan ser utilizadas como pretexto para rechazar el magisterio conciliar y postconciliar.

En concreto, la FSSPX ha caído nuevamente en la trampa que le tendiera Joseph Ratzinger en 1987-1988.

Monseñor Lefebvre, en una homilía pronunciada en Ecône, el 14 de mayo de 1989, pone de manifiesto que la nueva Profesión de fe de 1989 impone la aceptación de los errores del Concilio. Todo sacerdote, incluso si obtiene de Roma la facultad de celebrar la Misa según el rito de San Pío V, debe someterse a las enseñanzas del nuevo magisterio, en la continuidad con Vaticano II.

Esta es la razón por la que, mientras Roma imponga estos errores del Concilio, el estado de necesidad permanece en la Iglesia y hace necesaria la resistencia.

Hasta aquí lo que dijimos en septiembre.

AQUÍ NO HAY NADA DE CONFIDENCIAL.

LO QUE HA SIDO DICHO Y ESCRITO EN LOS ESCONDRIJOS,

ES AHORA PROCLAMADO DESDE LOS TEJADOS.

ESTE ES EL TEMOR DE LOS EMBAUCADORES MITRADOS.