NO HAY JUSTIFICACIÓN POSIBLE PARA LA CITA DE LOS PRESERVATIVOS DE BENEDICTO XVI

Una opinión moral errónea

El libro entrevista de Peter Seewald a Benedicto XVI se ha puesto hoy a la venta. Ya podemos leer lo que realmente dice sobre el uso del preservativo sin necesidad de especular sobre la maldad de los medios de comunicación. Una vez más ha vuelto a suceder. En medio de la equivocidad habitual de las enseñanzas postconciliares, de vez en cuando, nos topamos con alguna afirmación que se resiste a ser forzada hacia los cánones de la doctrina tradicional. He aquí una primera consideración, tras la lectura del texto impreso.

La cosa es bastante más sencilla de lo que se ha querido ver. Los casos a los que se refiere BXVI al hablar del uso del condón son, todos ellos, gravemente inmorales, todos pecados mortales en sí mismos, todos contra natura.

El texto menciona, con vaguedad, el uso del artefacto, por ejemplo, en los actos venéreos y venales, sin especificar si con persona de diferente o del mismo sexo. Los últimos son actos contra natura y que claman al cielo por sí mismos, y por eso mismo, formalmente inhábiles para la procreación.

En ellos, la razón de corrupción no es el impedimento del fin procreativo, pues no son actos de sexualidad propiamente humana. No han faltado “exégetas” que afirman que, al no tratarse de actos aptos para la generación, en ellos el uso del condón es lícito si con ello se obtiene la evitación de un mal físico. El problema es que ignoran, quienes así se expresan, que la abominable gravedad de estos actos proviene del impedimento del fin de la misma naturaleza humana y por eso mismo, ningún factor reductivo puede rebajar la gravedad del acto, aunque se le puede, eso sí añadir malicia.

Los actos venéreos con cómplice de distinto sexo, en sí mismos siempre gravemente ilícitos (mortalmente), se convierten en contra natura (onanísticos) por medio del uso del preservativo, luego se agrava su inmoralidad, mudando la especie del acto.

En unos casos, los sodomíticos, el recurso al condón (con miras a la evitación de un contagio) no muda la perversidad del acto ya constitutivamente contrario a la naturaleza. Pero de ninguna marera se puede hablar por esa razón de que el recurso al adminículo con el fin de obtener un fin que es un bien físico (profilaxis) reduzca la iniquidad del acto, que se mide por la violación de la finalidad de un orden infinitamente superior. Ni tampoco, por tanto, será legítimo hablar de aceptación, conveniencia o licitud de su uso por ese título. Hablar así es incurrir en un argumento sofístico: como se mata el alma, pero se aspira a preservar el cuerpo, el acto tiene alguna razón de bondad.

Hay, además, un factor añadido que redunda en el sentido contrario. El uso del preservativo en tales actos subjetivamente aumenta la maldad, puesto que si se busca la preservación de la salud física no es con miras a una eventual y futura conversión moral, como deja entender BXVI, sino todo lo contrario: para mejor pecar nuevamente del mismo modo. Así, el uso del preservativo en las uniones sodomíticas, que busca evitar las consecuencias naturales –justicia inmanente– de tales atrocidades, instala a los que así obran en el espejismo de la liviandad de sus actos y les aleja de la conversión: en la práctica supone disociar los actos contra natura de toda consecuencia física, cegando espiritualmente, todavía más, a los actores ante las inevitables consecuencias espirituales.

El recurso al condón en la fornicación entre personas del mismo sexo convierte a ésta, por eso mismo, en contraria a la naturaleza y, por lo tanto, en sí mismo tal recurso se erige en factor no sólo de agravamiento, sino de mudanza en la especie del pecado, haciéndolo siempre onanístico. Quienes razonan diciendo que la única unión sexual lícita es la matrimonial (ciertamente) y que por eso todos los actos sexuales extraconyugales son desordenados y por lo mismo no debieran tratarse como aptos para la generación, argumentan sofísticamente también. La razón es que la finalidad del uso de la sexualidad está dada para la naturaleza humana toda, no para tal o cual individuo o tales personas entre sí. La naturaleza exige el marco del vínculo matrimonial, que es natural, como factor indispensable para que se realice la finalidad de la procreación ordenada (no la mera procreación). Sin embargo, eso no impide que la ordenación general al bien de la especie esté presente en todos los individuos y que en todo ejercicio de la facultad procreativa prime el bien de la especie (fin reproductivo, aun desordenado) sobre el personal (en los casos que nos ocupan, moralmente hablando, un mal: la comisión de un grave pecado, la muerte espiritual). Por eso, impedir el fin procreativo agrava el mal ya gravísimo de la unión sexual furtiva.

Así las cosas, ¿cómo hablar de “casos fundados de carácter aislado, por ejemplo, cuando un prostituido (prostituto) utiliza un preservativo, pudiendo ser esto un primer acto de moralización, un primer tramo de responsabilidad a fin de desarrollar de nuevo una conciencia de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere” (página 132 de la edición española)? ¿Cómo va a ser el uso del condón en una unión sodomítica, pecado que clama al cielo, un “primer acto de moralización”? Pensar esto supone un alejamiento impresionante del criterio de finalidad y de bondad o maldad intrínseca de los actos humanos, criterio de la moralidad natural y cristiana. Supone considerar que un ingrediente de la acción (uso del condón) que no sólo no rectifica la constitutiva desviación moral del acto, sino que contribuye a que se realice de modo más tranquilo, más asegurado y más repetible tiene algún valor moral distinto y positivo. ¿Cómo va a ser el uso del condón, en una unión ilícita entre hombre y mujer, un “primer acto de moralización”, cuando además de lo anterior, semejante recurso precisamente agrava siempre la ilicitud del acto?

¿Qué significado puede tener añadir que “ésta no es la auténtica modalidad para abordar el mal de la infección del VIH” y que “tal modalidad ha de consistir realmente en la humanización de la sexualidad”, cuando lo que está en juego es infinitamente superior, la vida y la salvación de las almas y de eso no se hace ni siquiera mención, la más ligera mención?

En realidad estamos ante una opinión moral, si así puede llamarse, fundamentalmente discordante respecto de la natural y la cristiana. Una opinión que pretende calificar la moralidad de un acto en función de un doble fin, uno nítido, la preservación del bien físico del hombre, y uno vago, la “humanización de la sexualidad” que, por su misma vaguedad, en la práctica se eclipsa ante el fin de la “reducción del peligro de contagio” (por cierto, después de estar tantos años diciendo que el condón multiplicaba el riesgo en vez de reducirlo, algunos tendrán que “formatear” su disco duro…)

El Brigante

[P.s. Evitemos el recurso al siempre lábil argumento del mal menor. El limitado uso de este argumento –que no principio– se ciñe a situaciones en las que el origen del mal no está en el sujeto que pretende actuar moralmente. Si decido robar un banco, no puedo aducir que robo sólo mil euros porque es un mal menor respecto de robar un millón, puesto que en mi mano está el no robar nada. La razón es que nunca se puede querer un mal, en todo caso se puede tolerar, pero de nuevo, querer deliberadamente el mal depende de mí, mientras que el mal tolerado no depende de mí. El uso del condón nunca supone la elección del mal menor, porque siempre existe la posibilidad de rechazar el acto desordenado in toto. Esto muestra cómo la moral personalista es, además de errónea, derrotista y parte de la fatalidad del fracaso inevitable: “como de todas maneras se va a fornicar…” Realmente evangélico todo esto].

16 comentarios sobre “NO HAY JUSTIFICACIÓN POSIBLE PARA LA CITA DE LOS PRESERVATIVOS DE BENEDICTO XVI

  1. Totalmente de acuerdo. Es como aconsejar a una persona el hurto como primer paso moralizador respecto del robo porque no se ejerce violencia sobre la víctima. O decir que el consumo de marihuana es un primer paso hacia la moralización, en tanto no se caiga en la cocaína o en el paco. En síntesis, este Papa nos tiene acostumbrado a este tipo de joyitas. Todavía recuerdo cuando escribió un libro expresando que Jesús era vegetariano y que festejó las Pascuas un día antes porque utilizó el calendario de los esenios. Si estoy equivocado, espero que alguien me corrija.

    1. La ley del Talion : Ojo por ojo , diente por diente , es una ley que parece mala moralmente , y es ley de Dios . Moisés permite su aplicación , para disminuir los efectos exagerados de las venganzas .

      Moisés permite , ACONSEJA , la venganza , con efectos malos pero menores .

      La doctrina del mal menor es DOCTRINA , el mal menor es SIEMPRE un bien

      Averigue .

      1. Na na, tanto como un mal menos es un bien es una contradiccion estupida. Creo que no te has dado cuenta de lo que has escrito, releelo..

        «La pura verdad» –> totalmente de acuerdo con tus ejemplos, un desastres este `»papa»´

      2. El uso del condón nunca supone la elección del mal menor, porque siempre existe la posibilidad de rechazar el acto desordenado in toto. Cristo dijo a la pecadora que salvó de la lapidación: «Vete y no peques más». Ciertamente hoy NO le diría: «Vete, peca y usa el preservativo».

    1. Está bien que le corten la pierna con gangrena, pero el ejemplo no vale pues es distinto. No se requiere ir con una prostituta y usar un condón para salvar la vida. Porque basta con no cometer ese pecado mortal (de ir con la prostituta). El uso del condón nunca supone la elección del mal menor, porque siempre existe la posibilidad de rechazar el acto desordenado in toto (no ir con la prostituta).

      Además, es falso que el riesgo del sida se elimine plenamente con el condón. Como cualquier persona entendida sabe, el preservativo falla. Luego, si una prostituta (o un prostituto) con sida sigue teniendo relaciones con sus «clientes», sigue cometiendo el crimen de poder infectarlos y posiblemente llevarlos a la muerte.

      1. Gaude. Me sacaste la explicación del teclado. Brillante.
        Jotape, tu esposa sabe que para vos es un mal menor usar un preservativo para no contagiar de sida?

    2. No seas tonto jotape, ni la gangrena ni la pierna tienen libre albedrío. No le puede decir la gangrena a la pierna desaparezco si me lo permites; ni la pierna a la gangrena detente. Los médicos tienen que cumplir esa función eligiendo entre dos males el menor, la amputación en vez de la muerte.

      Los homosexuales, como todo pecador, pueden elegir la salvación eterna.

      O pueden elegir condenarse, ya sea sidosos o sin SIDA.

      Benedicto, al igual que su infernado predecesor niega el Infierno, el Evangelio y a Jesucristo.

      Es es el problema que legó Lefebvre: Judas sigue siendo Pedro.

      Lo que hace de San Pedro, y tan sólo después del mismo Dios y de su Sma. Madre, ¡el más blasfemado de los santos del cielo!

      ¡ POBRES HEREDEROS DE LEFEBVRE !

  2. jotape,
    La gangrena (o culaquier enfermedad que venga a ti y que exija la mutilacion de una parte de tu cuerpo) es algo que tu NO has buscado. La enfermedad viene a ti, es parte de nuestra condicion mortal y debil.

    Ir a cometer un acto inmoral es:
    Una eleccion erronea de tu libertad, o sea, es un pecado (mortal en este caso)

    La has podido evitar si hubieses estado en presencia de Dios. Nunca dejamos de ser libres y responsables para elegir el bien sobre el mal.

    Nada «bueno» podra cambiar el acto malo, ya que del mal no se sigue ningun bien.

    El tema del mal menor no es como la gente lo ha popularizado. Si el acto es malo o vicioso o inmoral, no hay «mal menor».

    1. En tu caso Jotape, conviene aplicar el conocido adagio que dice: «No discutas con un tonto. Probablemente la gente no note la diferencia». Así que no voy a perder tiempo argumentando contigo.
      Cariños Cacho.

  3. Tengo plena confianza en la Divina Asistencia al gobierno de la Iglesia. El Señor así lo prometió.
    La multitud de querellas desde fuera y, más dolorosas, desde dentro, ya en su fundación y hasta su fin, no le hacen ningún favor, aunque no podrán acabar con Ella. Todos tenemos el deber de amar y rezar por la jerarquía de la Iglesia que el Señor guia, nos guste o nó como esta jerarquía se exprese. A Dios le agradará más que nos autoescuchemos menos y recemos más.

Los comentarios están cerrados.