PADRE JUAN JOSÉ TURCO: ¿QUÉ PLAN? ¿CUÁLES ETAPAS?

EL PLAN DE MONSEÑOR FELLAY

PARA LAS TRATATIVAS CON ROMA

Mucho se ha hablado del plan trazado para las tratativas, tanto de parte de Roma como de la FSSPX.

Para explicarlo, principalmente usaré dos fuentes:

1º) El 25 de marzo del 2006, DICI publicó una entrevista que le hiciera a Monseñor Fellay: «Las etapas del diálogo entre Roma y la FSSPX», donde explicó cual es supuestamente su plan. El texto original está en DICI Nº 132, páginas 2-4.

Para los que deseen confrontar en castellano lo que pongo aquí, pueden ver el texto de esa entrevista en Panorama Católico (nadie podrá decir que PCI quiere desacreditar a Monseñor Fellay…):

Cf. http://panoramacatolico.info/articulo/las-etapas-del-dialogo-entre-roma-y-la-fraternidad-sacerdotal-san-pio-x

2º) Una conferencia que dio Monseñor Fellay en París, el 11 de diciembre del 2005. Cf. Nouvelles de Chrétienté Nº 97, páginas 3 a 15. Allí Monseñor Fellay habla de este plan por etapas y explica los principios presupuestos en este plan.

En una primera sección voy a tratar de explicar el plan que menciona Monseñor Fellay, para luego hacer algunas observaciones y finalmente confrontarlo con la realidad.

1ª PARTE:

¿EL PLAN DE MONSEÑOR FELLAY?

Nota: cuando se lea el esquema, quizás vaya a sorprender a algunos.

En efecto, ya sabíamos que Monseñor Fellay dejó de lado lo que la prudencia de Monseñor Lefebvre había dicho: «hasta que Roma no acepte la doctrina tradicional, no volveremos a hablar con ellos».

Sin embargo, tampoco se trata de lo que uno esperaba en base a lo escrito y dicho aquí y allá por los sacerdotes de la FSSPX: obtener dos etapas previas o «prealables» para llegar a las discusiones doctrinales; mediante ellas convertir a Roma; y, entonces, en el utópico caso de que Roma hubiera vuelto a la Tradición, redactar el status jurídico de la Fraternidad dentro de la Iglesia oficial, que habría dejado de ser modernista.

I – ESQUEMA DEL PLAN DE MONSEÑOR FELLAY:

Objetivo final: que Roma solucione esta crisis de la Iglesia: «la crisis impresionante de las vocaciones y la caída vertiginosa de la práctica religiosa» (sic), causada por el Concilio Vaticano II.

Medio en general para lograr solucionar esta crisis: el apostolado.

Etapas para lograrlo:
3 grandes etapas.

1ª etapa (supuestamente práctica): los dos prealables.

– liberar la Misa: para que pueda celebrarse ubique y así dar toda su fuerza sobrenatural. Es decir: expandirse el apostolado.

– quitar la etiqueta infamante de «excomunión» para favorecer el apostolado.

2ª etapa (puramente doctrinal): las conversaciones doctrinales: para lograr ponerse de acuerdo en la doctrina. De ese modo, la Iglesia oficial no podrá objetar nada al apostolado tradicional cuando los sacerdotes tradicionales hagan su apostolado con los fieles. Así, ese apostolado se podrá desarrollar sin que haya discordias.

3º etapa: el reconocimiento canónico de la FSSPX: para que la FSSPX tenga ya plena libertad de acción, para que pueda hacer el apostolado con total libertad.

Cumplimiento del plan: Roma, viendo los frutos del apostolado de la Tradición, aceptará integrar este apostolado en la Iglesia oficial. Aplicando este apostolado, solucionará la crisis de actual de la Iglesia.

II – EXPOSICIÓN:

1º) Objetivo final:

Aquí queremos fijar el objetivo, lo cual determinará todo.

Normalmente uno esperaría que el objetivo final fuese acabar con el modernismo en la Iglesia.

Sin embargo, este plan no tiene como objetivo final que se logre la conversión doctrinal de Roma, sino «acabar con la crisis de la Iglesia».

Ahora bien, ¿cuál sería la crisis de la Iglesia?

El problema es que Monseñor Fellay y algunos Superiores de la Fraternidad son ambiguos:

En algunas ocasiones hablan de los problemas de Fe en la Iglesia.

* Pero Monseñor Fellay, al explicar aquí este plan, dice expresamente que «la situación trágica de la Iglesia de hoy» es «la crisis impresionante de las vocaciones y la caída vertiginosa de la práctica religiosa» (sic)

Es decir: en este plan, la crisis de la Iglesia no es doctrinal sino que es una crisis disciplinaria y moral.

Pruebas de esto:

1. Textos de Monseñor Fellay:

* «Yo diría que este diálogo debe ser doctrinal y práctico, con hechos que apoyen los razonamientos teológicos. Partiendo del punto de convergencia entre Roma y nosotros –la constatación común de una crisis desastrosa–, debemos intentar hacer desaparecer la diferencia, llevando a Roma a admitir la verdadera causa de esta crisis. La discusión doctrinal tiene por objeto obtener que Roma reconozca esta causa. Pero dados los principios modernos de los cuales las autoridades romanas están impregnadas desde el Vaticano II, esta discusión no puede tener lugar sin el apoyo de una lección dada por los hechos mismos, o, más precisamente: la discusión no puede hacerse sin la consideración de la obra concreta que la Tradición puede realizar en vista de una solución a la crisis de las vocaciones, de la práctica religiosa…»

* Al final, el texto más importante, donde Monseñor Fellay dice explícitamente: «Todo consiste en saber si la situación trágica de la Iglesia hoy – la crisis impresionante de las vocaciones, el vertiginoso derrumbe de la práctica religiosa… – le permite a la Iglesia contentarse con remedios administrado a cuentagotas».

* También lo confirman todas las alusiones que hace Monseñor Fellay a la crisis de la Iglesia como una crisis «vivencial»: el problema sería que los fieles no pueden vivir realmente como católicos, que los sacerdotes no pueden vivir realmente como tales, etc. Por ejemplo, cuando dice: «Las condiciones previas que yo he propuesto tienen por objeto crear un clima nuevo en la Iglesia oficial. Este sería el primer paso para hacer de nuevo posible la vida católica tradicional

* «Partiendo del punto de convergencia entre Roma y nosotros –la constatación común de una crisis desastrosa–, debemos intentar hacer desaparecer la diferencia, llevando a Roma a admitir la verdadera causa de esta crisis. La discusión doctrinal tiene por objeto obtener que Roma reconozca esta causa.»
Si los temas doctrinales son para ver la causa de esta crisis, en buena lógica quiere decir que la crisis misma no es un asunto doctrinal sino otra cosa distinta que le sigue como consecuencia.

2. Monseñor Fellay dice que «va a colaborar con Benedicto XVI a solucionar esta crisis».

Ahora bien: todos sabemos que este Papa no busca una vuelta a la Tradición; y que los problemas de la Iglesia que él quiere solucionar son de orden moral, disciplinario y administrativo. En lo que mira a lo doctrinal, es un modernista moderado: solamente quiere detener los excesos.

Por lo tanto: para que Monseñor Fellay no mienta cuando suscribe aquella frase, es necesario que quiera decir que él también está buscando solucionar una crisis disciplinaria y moral, no la crisis doctrinal modernista.

3. Si Monseñor Fellay creyera que la crisis actual es una crisis de Fe, el medio que eligió sería desproporcionado y no apuntaría a lo importante: convencer y convertir a los modernistas de sus errores de Fe. Pero, si ponemos como crisis algo disciplinario y moral, entonces el medio elegido en este plan toma sentido, es proporcional. De este modo comprobamos que, según este plan, la crisis de la Iglesia que buscaría solucionar no es una crisis doctrinal sino «vivencial».

4. Objeción: a veces Monseñor Fellay dice que el fondo de la crisis es doctrinal. Por ejemplo: «Después de 1988 (Monseñor Lefebvre) indicó claramente la marcha a seguir: llevar la discusión al terreno doctrinal, acerca de la esencia misma de la crisis que hace tantos estragos» (Entrevista en FIDELITER, marzo del 2010).

Respuesta: Pregúntenle a Monseñor Fellay por qué tiene contradicciones: Esto no quita que en el texto en que se dedica a explicar el supuesto plan, dice explícitamente otra cosa.

En todo caso uno puede preguntarse: «más allá de las expresiones, en definitiva: ¿qué busca realmente Monseñor Fellay?» Eso se verá en la tercera parte del artículo.

2º) Medio en general para lograr solucionar esta crisis:

Dijimos que era el apostolado. Pero, ¿en qué sentido?

Monseñor Fellay quiere que Roma vea los frutos del apostolado tradicional frente a la esterilidad del obrar modernista y que, frente a eso, se convenza de que la Tradición tiene razón.

Entonces Roma aceptará utilizar los medios tradicionales (Misa, Sacramentos, enseñanza, apostolado) para solucionar la crisis actual que, no debemos olvidar, es una crisis moral y disciplinaria. De ese modo, la Tradición obrará junto con Roma la restauración de la Iglesia y será el fin de la crisis.

* «Mons. Lefebvre decía que las autoridades romanas serían más sensibles a las cifras y a los hechos presentados por la Fraternidad San Pío X, que a los argumentos teológicos. Evidentemente, nuestro fundador no pensaba eludir la necesaria discusión doctrinal. Es por ello que en esta segunda etapa querríamos presentar a Roma los argumentos de la teología tradicional, confirmados por los hechos del apostolado tradicional, antes de abordar la tercera etapa, la del estatuto canónico de la Fraternidad

* «Las condiciones previas que yo he propuesto tienen por objeto crear un clima nuevo en la Iglesia oficial. Este sería el primer paso para hacer de nuevo posible la vida católica tradicional»

* «Las dos condiciones previas – la liberalización del uso del Misal de San Pío V y el retiro del decreto de excomunión – están dirigidas, más allá de los fieles tradicionales, al bien de toda la Iglesia. Se trata de permitir que la Tradición recupere el derecho de ciudadanía en la Iglesia y sea probada en los hechos. De esta manera podemos ayudar a Roma a solucionar la crisis en la Iglesia. Estas dos pre-condiciones funcionan, según la expresión de los teólogos, como «removens prohibens», eliminando las prohibiciones que impiden a la Tradición actuar prácticamente, pastoralmente».

* «Cuando la misa tradicional deje de estar en libertad condicional y el ministerio de los sacerdotes tradicionales no esté ya rodeado de la sospecha de excomunión, se podrán ver entonces los frutos de la Tradición. En esta fase experimental, que deberá durar todo el tiempo que sea necesario para una justa evaluación de los resultados, ni Roma ni la Fraternidad asumirán compromiso alguno. Pero a su término, Roma podrá juzgar la obra cumplida por los sacerdotes tradicionales.»

3º) Etapas para lograrlo:

1ª etapa: Los dos prealables

Uno hubiera pensado que eran «para mostrar la buena voluntad de parte de Roma, para que tengamos esperanza de que si vamos a la discusión doctrinal, podemos confiar que los modernistas quieren cambiar, quieren volver a la Tradición».

Pero no es así. En este plan los dos prealables tienen una función totalmente distinta: que permitan dar libertad a la Tradición para que pueda desarrollarse el apostolado y así mostrar los buenos frutos.

Me explico. Según Monseñor Fellay, el objetivo de esta etapa sería:

«Las condiciones previas que yo he propuesto tienen por objeto crear un clima nuevo en la iglesia oficial. Este sería el primer paso para hacer de nuevo posible la vida católica tradicional.»

«Estas dos pre-condiciones funcionan, según la expresión de los teólogos, como «removens prohibens», eliminando las prohibiciones que impiden a la Tradición actuar prácticamente, pastoralmente».

De esa manera, «se trata de permitir que la Tradición recupere el derecho de ciudadanía en la Iglesia y sea probada en los hechos. De esta manera podemos ayudar a Roma a solucionar la crisis en la Iglesia».

Es por eso que abarca los dos «prealables»:

– liberar la Misa (para que se pueda expandir sin problemas y hacer el apostolado).

– levantamiento de la excomunión (no para restablecer la justicia, sino para que no haya impedimento para el apostolado, para que no esté más la «etiqueta infamante» que impedía que:

– los fieles conservadores de la Iglesia oficial se animasen a venir a la FSSPX,

– los sacerdotes de la FSSPX pudiesen ir a trabajar con los fieles, quizás también dentro del marco de la Iglesia oficial.

De este modo, «cuando la misa tradicional deje de estar en libertad condicional y el ministerio de los sacerdotes tradicionales no esté ya rodeado de la sospecha de excomunión, se podrán ver entonces los frutos de la Tradición.»

Así, podremos comenzar a «colaborar con Benedicto XVI, vamos a ayudar a Roma para que Ella solucione la crisis de la Iglesia».

La prueba de que se buscaba algo como esto, está en un «pequeño detalle»: no importó que en estos prealables hubieron fallas doctrinales.

2ª etapa: Las conversaciones doctrinales.

1. En general:
Lo que se busca en esta etapa no es convertir a Roma, sino que la FSSPX se ponga de acuerdo en lo doctrinal con la Iglesia oficial, para poder desarrollar el apostolado sin problemas.

«Además, imaginemos por un instante que aceptásemos una estructura canónica para considerar, solo después – en el interior, dentro del «perímetro visible» de las diócesis – las cuestiones doctrinales. No podríamos realizar nuestro ministerio con toda su eficacia pastoral. No existirían las condiciones prácticas para permitir una lección de los hechos, total y completa, es decir convincente. Como sucede ya con las comunidades Ecclesia Dei, nuestro apostolado tradicional estaría en libertad condicional, autorizado a manifestarse sólo con parsimonia, aquí y allá, como con cuentagotas.»

2.
Es por esto que no interesa lograr una solución doctrinal completa. Como el objetivo es que «se logre lo suficiente para dar libertad al apostolado», entonces lo que se alcance en estas conversaciones doctrinales, ya podrá ser algo indefinido y parcial. No interesa mantenerse firme, no interesa si la Fraternidad se conforma con algunas precisiones solamente, no interesa si la Fraternidad no logra convertir a Roma. Por eso Monseñor Fellay dirá:

«Al nivel de los principios, habría un acuerdo ya realizado, al menos en lo esencial, gracias a los hechos constatados por Roma.»

3.
Esto lo confirmo con:

* Decreto de erección de la Comisión doctrinal de la Fraternidad (comunicado en el COR UNUM de junio 2009). Allí dice que:

«esas discusiones doctrinales se emprenden con la finalidad de hacer resonar con más fuerza en la Iglesia la voz de la doctrina tradicional» (…) «Ojalá puedan concluir estableciendo las bases de una auténtica renovación doctrinal de la Iglesia, Madre nuestra».

Entonces: según lo establecido aquí, el objetivo de las discusiones no es «convertir Roma», sino que simplemente «en la Iglesia se escuche con más fuerza lo que dicen los tradicionalistas». Se deja de lado que se logre una conversión: que Roma acepte, reconozca sus errores, y lograr que vuelva atrás (lo que justamente Benedicto XVI dice que no quiere hacer). No es lo mismo «hablar» que «convencer».

Y se contentaría con «establecer las bases«: o sea lo que pueden considerarse como los cimientos, un comienzo; aunque sean textos imperfectos ya serían suficientes. Habiendo establecido esas bases ya habría alcanzado su objetivo.

¿Y son las bases de qué? ¿De una conversión de Roma? No: de una «verdadera renovación doctrinal de la Iglesia, Madre nuestra» ¡Entonces ahora vamos a «renovar», a actualizar el Concilio! Claro: es justamente lo que quiere hacer el eternamente evolucionista Benedicto XVI. Además: «conversión doctrinal» sería demasiado especulativo; «renovación» es más «vivencial»…

* Mail del Padre de Cacqueray al Padre Ceriani en abril del 2009: «Mantener su protesta (la Fraternidad) contra estos errores y herejías (de la Iglesia Conciliar), al mismo tiempo que se le harían algunas concesiones, mientras no se desactivasen los principios de la revolución conciliar.»

4.
Nota: Si los Superiores le ponen ese objetivo a la Comisión, ¿de qué sirve que algún miembro de esta Comisión sea teológicamente firmísimo? Monseñor Fellay está usando a esos sacerdotes (quizás ellos personalmente sí tienen el deseo de convertir Roma) para su objetivo. El que tenga oídos para oír, que oiga.

5.
E inclusive:
aún cuando esta Comisión haga textos durísimos que muestren los errores modernistas, si el objetivo oficial de la Comisión es solo «hablar» o «establecer bases», entonces aún eso es absolutamente inútil: porque no se llegaría a usarlos para convertir.

Perdón, no es inútil: sirve para engañar a los que creen que «la Fraternidad está yendo a Roma para convencerla de sus errores doctrinales».

6. Por último, una objeción: en algunas declaraciones Monseñor Fellay dice que «El problema toca al Concilio Vaticano II. Entonces: a la luz de la Tradición examinaremos si el magisterio post-conciliar es o no una ruptura» (Entrevista en FIDELITER, marzo 2010).

Respuesta: esto no asegura que van a exigir a Roma que se convierta.

Además, bajo apariencia de seguridad, en realidad es más grave. Como decía el P. Calderón en su libro acerca del valor del magisterio conciliar: lo que quieren los progresistas es que ahora se le dé valor de «magisterio de acuerdo a la Tradición» al Concilio Vaticano II. ¡La FSSPX estaría haciendo el juego a los modernistas!

3ª etapa:
El reconocimiento canónico de la Fraternidad.

Ya vimos que las conversaciones doctrinales no finalizarán habiendo solucionado totalmente los errores modernistas. Sin embargo, se tiene planeado pasar a la etapa canónica. ¿Por qué?

Porque según este plan, tanto las discusiones doctrinales como el acuerdo canónico son etapas para llegar a un objetivo: que se libere el apostolado tradicional para mostrar a Roma sus frutos y entonces Roma acepte usar de ese apostolado para solucionar la crisis de la Iglesia (que ya sabemos cuál sería…).

«Además, imaginemos por un instante que aceptásemos una estructura canónica para considerar, solo después – en el interior, dentro del «perímetro visible» de las diócesis – las cuestiones doctrinales. No podríamos realizar nuestro ministerio con toda su eficacia pastoral.
No existirían las condiciones prácticas para permitir una lección de los hechos, total y completa, es decir convincente. Como sucede ya con las comunidades Ecclesia Dei, nuestro apostolado tradicional estaría en libertad condicional, autorizado a manifestarse sólo con parsimonia, aquí y allá, como con cuentagotas.»

Según lo que dice Monseñor Fellay aquí: en el supuesto caso que la Fraternidad buscara un acuerdo canónico antes de las discusiones doctrinales, el problema no sería que se trata de un suicidio, porque Roma todavía no se convirtió de su modernismo, sino que el apostolado no podría manifestarse plenamente. Así vemos que aquí, lo que le interesa a Monseñor Fellay es que dejen a la Fraternidad que haga el apostolado tradicional dentro de un marco oficial.

Finalización del plan:

Ya vimos que el objetivo es «solucionar la crisis espantosa de las vocaciones y la caída de la vida religiosa» por medio del buen ejemplo del apostolado tradicional. Entonces, según la lógica de este plan:

1. Es Roma la que, viendo los frutos del apostolado de la tradición, aceptará integrar la Misa y el apostolado tradicional en la Iglesia oficial. Esta sería la «vuelta de Roma a la Tradición». Esta sería la «conversión» de Roma.

2. El apostolado de la Tradición entrará plenamente en la Iglesia oficial con toda su fuerza. De esa manera la FSSPX colaborará con Benedicto XVI para solucionar esta crisis de la Iglesia.

3. Y así se solucionaría «esta crisis espantosa de la Iglesia, la crisis de vocaciones y la caída vertiginosa de la práctica religiosa». Lo cual constituiría la crisis actual de la Iglesia.

Notemos que según lo que dice Monseñor Fellay, la «crisis misma de la Iglesia» que se quiere solucionar es consecuencia de las fallas doctrinales del Concilio Vaticano II. La crisis actual de la Iglesia son los frutos del Concilio.

¿Son las aplicaciones doctrinales y litúrgicas? No, ni siquiera eso. Monseñor Fellay dice expresamente la crisis de la Iglesia es la crisis en la vida católica. Aparentemente queriendo evitar la falla de visión de Benedicto XVI, cae en un error peor que él.

2ª PARTE:

OBSERVACIONES

Antes que nada: ¿desde cuándo se tiene este plan y no otro?

* Probablemente desde que comenzaron los contactos con Roma, en el año 2000; puesto que Monseñor Fellay dice varias veces que el plan comenzó allí. Por ejemplo, en la Conferencia a que hacía referencia al principio dice:

«Nosotros lo habíamos propuesto desde el comienzo, no sé si se acuerdan, desde el comienzo, en el 2000. Nosotros le habíamos dicho a Roma: antes de conversar, antes de seguir adelante, son necesarios unos prealables» (y continúa hablando de los 2 prealables. Lo que no dice es que las conversaciones doctrinales son una etapa intermedia para lograr otra cosa).

* Sabiendo cuál es (supuestamente) el plan de Monseñor Fellay, se entiende lo que dijo el Padre de Cacqueray el 31 de diciembre del 2008:

«DE UN PREALABLE AL OTRO: A comienzos del año 2001, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X precisó y puso en conocimiento de la Santa Sede
«las tres etapas» que le parecían necesario respetar para continuar a trabajar por la solución de la crisis doctrinal de la Iglesia y, solamente en consecuencia, por la regularización canónica de su propia institución.»

Cf. http://www.laportelatine.org/district/france/bo/voeux2009/voeuxpour2009.php

Aún cuando aquí el Padre De Cacqueray dice que se está buscando solucionar los problemas doctrinales y recién después se hará un reconocimiento jurídico, lamentablemente lo que constatamos es: «donde manda capitán, no manda marinero». Monseñor Fellay quiere poder llegar a un acuerdo sin obtener la solución doctrinal y lo hará de todas maneras. La última controversia con Monseñor Williamson en agosto confirma esto.

* Ahora también se entiende lo que se quiso decir en agosto del 2005, cuando Monseñor Fellay tuvo una audiencia (a pedido suyo) con Benedicto XVI, elegido hacía poco.

Esa entrevista «se desarrolló en un clima de deseo de llegar a la plena comunión. Bien conscientes de las dificultades, (la parte romana y la Fraternidad) manifestaron la voluntad de proceder por etapas y en plazos razonables». (Comunicado del Vaticano, copiado y comentado en la publicación de la Fraternidad Carta a nuestros hermanos sacerdotes Nº 26 pág. 5, septiembre del 2005).

Es decir: mientras los fieles creían que el objetivo final era llegar a la conversión doctrinal para lograr convertir a Roma (aunque fuese luego de los prealables), en realidad ya se había arreglado otra cosa, de común acuerdo con Roma.

Entonces: según este plan, constatamos que:

* desde el año 2000,

* la FSSPX de común acuerdo con Roma,

* está buscando llegar a una solución práctica, aunque fuese por etapas.

* Notar que subordina la doctrina a lo práctico; y que pone como última etapa el acuerdo canónico.

Si se les hizo creer otra cosa a los fieles, quiere decir que se los está engañando desde entonces.

CONSIDEREMOS LAS FALLAS GENERALES SUBYACENTES:

Se ven tanto en esta entrevista de DICI, como en la conferencia del 11 de diciembre del 2005 que mencioné al principio.

1ª. Dejar de lado que la crisis de la Iglesia es una crisis de Fe. Esto es lo principal.

2ª. Ocultar que los modernistas no sólo se emperran en sus errores sino que además, como dijo Monseñor Lefebvre, «quieren destruir la Tradición». Esto también vale para Benedicto XVI.

3ª. Con el prurito de afirmar la perpetuidad de la Iglesia visible (lo cual es verdad), Monseñor Fellay llega a decir que la Roma actual es la guardiana de la Fe. ¡Y pretendiendo usar la declaración de Monseñor Lefebvre de 1974 dándole el sentido opuesto a lo que había dicho Monseñor!

««A la Roma católica» quiere decir algo. ¡Tengamos cuidado! Esta Roma católica no es una abstracción. No es una abstracción, es una realidad. Cuando Monseñor (Lefebvre) dice: Nos adherimos a la Roma católica, eso quiere decir la Roma católica actual. No es simplemente la adhesión a la Roma de Miguel Ángel o la Roma de San Pedro. Es la Roma que existe hoy, con las características siguientes: aquella que es católica, la que es guardiana de la fe, la que mantiene esta fe, esta Roma eterna» (Conferencia de Mons. Fellay; Nouvelles de Chrétienté Nº 97, pág. 5).

4ª. No querer aceptar que esta sea la crisis final de la Iglesia. Digo «final» en un sentido temporal: no porque vaya a acabar con la Iglesia (es de Fe que «las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella»), sino porque todo muestra que esta crisis es la última antes de la venida de NSJC.

Ya es hora de que pasemos a explicitar cada punto, según la idea de Monseñor Fellay; y veamos si es coherente.

Por un momento haremos abstracción de cómo se fue cumpliendo este plan en la realidad (veremos luego eso), para limitarnos a considerarlo en sí mismo.

1º) Con respecto al fin de este plan:


El objetivo final sería acabar con la crisis disciplinaria y moral de la Iglesia.

1. Por eso: según este plan, Monseñor Fellay no solo se aparta de lo que había dicho la prudencia de Monseñor Lefebvre sino del objetivo mismo de la Fraternidad: luchar contra el modernismo.

2. De esta manera, Monseñor se pone en la misma línea de Benedicto XVI, para quien la crisis a solucionar es justamente la que decimos aquí.

3. Entonces se entiende por qué dice que «todo va bien y continuamos con el plan», aún cuando confirmaron que de parte de Roma no quieren abandonar la doctrina modernista: porque ese no sería el objetivo.

4. Pero el «problemita» es: ¿el Superior de la Fraternidad San Pío X puede pensar que esta es verdaderamente la crisis de la Iglesia?

Lo importante siempre será lo mismo: la crisis actual de la Iglesia es una crisis de Fe. La solución real ocurrirá el día que Roma abandone los errores doctrinales modernistas. No antes. Ni de otro modo. Por más que los modernistas de la Iglesia oficial tengan influencias «practicistas», «antiespeculativas» de la filosofía existencialista, sin embargo lo que se necesita es convencer del error a Roma.

5. Permítanme agregar una última observación: aquí constatamos que, al menos desde el 2005, Monseñor Fellay quiere hacer creer que está continuando lo que quería Monseñor Lefebvre: «estas consideraciones (…) son ajenas al espíritu de las conversaciones que la Fraternidad ha mantenido con Roma desde que Mons. Lefebvre las comenzó».

Esto es falso. Es falso que Monseñor Lefebvre hubiera querido continuar siempre las conversaciones con Roma: luego de llevar al extremo los intentos, luego de comprobar que lo estaban engañando, cortó.

Esto es lo que quieren disimular Monseñor Fellay, el Padre Bouchacourt y otros Superiores de la Fraternidad.

Monseñor Lefebvre había dicho bien claro que no volvería a Roma hasta que los modernistas dieran pruebas ciertas de que abandonaban los errores.

6. Terminamos con una objeción: en la conferencia a que hago referencia al principio (en París, diciembre del 2005), Monseñor Fellay menciona los problemas de Fe en la Iglesia oficial. Incluso agrega que es como un cáncer dentro de la Iglesia. Por lo tanto, parece que sí quiere solucionar los problemas de Fe.

Respuesta: Monseñor Fellay bien puede hablar del modernismo, de problemas doctrinales y del Concilio Vaticano II. Porque estas serían las causas de la crisis actual. Pero la crisis en sí misma, lo que hay que solucionar, lo dice expresamente, es «la crisis impresionante de las vocaciones, el vertiginoso derrumbe de la práctica religiosa…»


2º) Con respecto al medio en general para lograr solucionar esta crisis:

Habíamos visto que el medio elegido era algo novedoso. No era usar argumentos para convertir a Roma, sino algo pragmático: querer convertir a Roma mostrándole los buenos frutos del apostolado tradicional, para que se decida a utilizarlos y solucione la «crisis espantosa de vocaciones y de la práctica religiosa».

Observaciones:

1ª. A primera vista, lo que más molesta es que deja de lado lo principal: salvaguardar la Fe. Y se va a un asunto que en realidad es derivado: el apostolado.

Como consecuencia del objetivo final de este plan, el medio elegido deja de lado lo importante: ir logrando la conversión real de Roma. Como el problema de Roma es su modernismo y ese modernismo es fundamentalmente doctrinal, si se quiere seriamente la conversión de toda la Iglesia oficial, tanto el objetivo como los medios deberían ser a nivel doctrinal.

Si es cierto que para Monseñor Fellay la crisis de la Iglesia no es el problema doctrinal sino las fallas «vivenciales», entonces este medio en general podría ser proporcionado para ese fin.

El «pequeño» detalle es que en ese caso, tanto ese fin como este medio, no son los realmente corresponden.

Este problema fundamental se va a ir mostrando al irse concretando cada una de las etapas.

2ª. De todas maneras, si en la Fraternidad alguno de buena fe pretendiera solucionar la verdadera crisis de la Iglesia (doctrinal) usando este medio, la falla de fondo es que sería un medio insuficiente.

El apostolado (acción externa) no puede forzar un cambio intelectual porque la inteligencia se convence con ideas. Lo menos no puede dar lo más. La acción es algo posterior y (por lo tanto dependiendo, subordinado) al pensamiento. Es por eso que estrictamente hablando, la praxis no puede obligar totalmente a cambiar de ideas.

Entonces: por más que le muestren buenos frutos del apostolado tradicional, mientras no se busque directamente convencerlo en el plano intelectual, nunca se verá obligado a admitir que ese efecto (buenos frutos en la acción) no corresponde con lo que él piensa (doctrina modernista) y necesita otra causa (doctrina tradicional) distinta de la que él tiene.

De esa manera siempre podrá decir que las fallas del apostolado modernista no son por malas doctrinas sino por cualquier otra cosa. P.ej., las fallas del mundo moderno o la crisis del clero.

3ª. Aún con una visión sobrenatural: intentar usar este medio para convertir realmente la Roma actual, implica tentar a Dios.

Sería una gracia que ocurriera un cambio intelectual sin haber utilizado el razonamiento.

Pero hay que tener en cuenta que de parte del sujeto es necesario que tenga buena disposición, que esté abierto a recibir esa gracia. Dios puede usar de un medio inferior (el apostolado) para convertir a la persona, pero si esa persona se abre a la gracia. Si alguien se cierra voluntariamente, es inconvertible. Por ejemplo: si alguien se niega a aceptar la verdad conocida, es un pecado contra el Espíritu Santo.

El que es racionalista y no quiere convertirse, por más que le muestren milagros, siempre pondrá una excusa para no tener que aceptar cambiar de idea. Como dijo Nuestro Señor: «Los que no quieren escuchar la Ley ni los Profetas, ni aunque un muerto resucitara, se convertirían».

Apliquemos esto a nuestro caso concreto: aquí estamos hablando de intentar convertir de su modernismo a toda la Iglesia oficial. Por lo tanto, no se busca la conversión de algún modernista en particular. Tendría que ser la cabeza (el Papa) o todo el conjunto en pleno.

Tanto Monseñor Fellay como los Superiores de la FSSPX admiten que en su conjunto los Obispos la Iglesia oficial se oponen a la Tradición.

¿Y con respecto al Papa de ahora? Benedicto XVI se emperra en mantener sus ideas hegelianas y modernistas. Para él, el Concilio es magisterio; por lo tanto es necesario mantenerlo sí o sí. Por eso dice claramente que «esto no es una vuelta atrás», «el Concilio y su reforma litúrgica no pueden ponerse en duda», «la FSSPX tiene que aceptar el magisterio postconciliar». Por lo tanto, las fallas del apostolado modernista no pueden venir de mala doctrina sino que tienen que venir de otro lado: las fallas mundanas.

Por lo tanto: sea la jerarquía oficial en general como el Papa en particular tienen la voluntad fija en su modernismo. En general, hay una cerrazón en contra de la posible gracia de Dios.

Por lo tanto, solo un milagro podría obrar esa conversión.

Ahora bien: el riesgo de este plan es dirigirse a un posible suicidio: entrar en la Iglesia oficial sin que Roma se hubiera convertido realmente.

Por lo tanto: solo un milagro puede evitar el peligro y justificaría este plan.

Y no había ninguna necesidad de entrar en estas tratativas: se podía seguir peleando desde su «trinchera».

Ahora bien: exponerse sin necesidad a un peligro grave de manera que necesite un milagro para salvarse, es propiamente tentar a Dios.

4ª. Además: aun cuando el Papa mismo quisiera retomar modos de vida católicos, si sigue pensando como modernista, esa aparente solución es insuficiente. El problema de fondo subsistiría.

Monseñor Lefebvre mismo ya se adelantaba a los que intentaban decir esa excusa:

«Tal vez alguien me diga: «¡Usted exagera! Cada vez hay más obispos buenos que rezan, que tienen fe, que son edificantes…». Aunque fuesen santos, desde el momento en que aceptan la falsa libertad religiosa, y por consiguiente el Estado laico, el falso ecumenismo (y con ello la existencia de varias vías de salvación), la reforma litúrgica (y con ello la negación práctica del sacrificio de la Misa), los nuevos catecismos con todos sus errores y herejías, contribuyen oficialmente a la revolución en la Iglesia y a su destrucción.» (Prólogo a Itinerario espiritual).

Por lo tanto: querer utilizar este medio (mostrar los buenos frutos del apostolado tradicional) para lograr realmente la conversión doctrinal de Roma,

* a nivel humano, es insuficiente.

* a nivel sobrenatural, implica propiamente tentar a Dios.

1ª objeción: sin embargo, fue Monseñor Lefebvre mismo quien habló de intentar convertir Roma con medios pragmáticos.

Es lo que dicen tanto Monseñor Fellay aquí, como el Padre Laurençon en la página del Distrito de Francia:

«En sus relaciones con Roma, Monseñor Lefebvre no dudaba emplear un método totalmente pragmático: «Como siempre lo he hecho, pienso que los hechos pueden convencer más que las palabras. Hay algunos que me dicen «podrían escribir una gran carta al Papa… pero hace ya veinte años que escribimos cartas que no sirven para nada. Una vez más: son los hechos los que hablan» (FIDELITER Nº 70, pág. 15). Así se expresaba Monseñor Lefebvre un año después de las consagraciones.»

Cf. http://www.laportelatine.org/district/france/bo/20ansapres/laurencon/laurencon.php

Respuesta:

* Monseñor Lefebvre tenía buena filosofía y sentido común. Entonces: es extraño que Monseñor pensara que la praxis lograra convertir en profundidad y de un modo total a los modernistas.

* Monseñor Lefebvre sabía muy bien que la crisis misma de la Iglesia es una crisis en la Fe. Que los problemas morales o disciplinarios son sólo una consecuencia, no la crisis misma (Monseñor Fellay dice lo contrario). Por eso insistía siempre en atacar los errores modernistas.

* Esto se comprueba en declaraciones contemporáneas y posteriores a este texto de 1989, donde Monseñor Lefebvre sigue insistiendo con claridad y firmeza que el fondo del problema de la Iglesia es la mala doctrina modernista, las fallas contra la Fe. Mencionaré dos textos que ciertamente son posteriores a lo que dicen Monseñor Fellay y el Padre Laurençon:

1. Prólogo a su último libro, Itinerario espiritual (en enero de 1990): «Es evidente que si muchos obispos hubieran actuado como Monseñor de Castro Mayer, obispo de Campos en Brasil, la Revolución ideológica dentro de la Iglesia habría podido ser limitada (…) Se entiende, pues, que las autoridades romanas conciliares se opongan feroz y violentamente a toda reafirmación del Magisterio tradicional. Los errores del Concilio y sus reformas siguen siendo la norma oficial consagrada por la profesión de fe del Cardenal Ratzinger, de marzo de 1989.»

2. El último texto escrito de Monseñor: Prefacio a los trabajos del Padre Tam, Documentación sobre la revolución en la Iglesia (en marzo de 1991): «Esta recopilación (de textos de L’Osservatore Romano) arroja una claridad tan resplandeciente acerca de la Revolución doctrinal inaugurada oficialmente en la Iglesia por el Concilio y continuada hasta nuestros días, que no podemos impedirnos pensar en la «Sede de iniquidad» predicha por León XIII, o la pérdida de la fe de Roma predicha por Nuestra Señora en La Salette. La difusión y adhesión de las autoridades romanas a los errores masónicos condenados tantas veces por sus predecesores es un gran misterio de iniquidad que mina el fundamento de la fe católica. Esta realidad dura y penosa nos obliga en conciencia a organizar por nosotros mismos la defensa y protección de nuestra fe católica. El hecho de que ocupen los puestos de autoridad no es más una garantía de la ortodoxia de la fe de aquellos que los ocupan. A partir estos momentos el Papa mismo difunde sin cesar los principios de una falsa religión, que tiene como resultado una apostasía general.»

* Si bien Monseñor Lefebvre en algún momento habló de «intentar convencer a los modernistas mostrándole los frutos del apostolado tradicional», pienso que lo ha dicho como una opción para intentar hacer ver al menos algo a algún modernista. Pero repito: nunca como la solución de fondo.

* En todo caso: parecería inconveniente querer aplicar esa idea ahora que el Papa es Benedicto XVI (o sea: el profesor Ratzinger, el teólogo, el ex-Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe). Entre Juan Pablo II y Benedicto XVI siempre se supo que el segundo es más doctrinal. Ahora bien: si Monseñor Lefebvre, en tiempos de Juan Pablo II, veía que para convertir a la Iglesia oficial era indispensable solucionar el problema doctrinal, ¡cuánto más necesario y conveniente será ahora, con el intelectual Benedicto XVI!

ENTONCES: que Monseñor Fellay y algunos Padres de la Fraternidad dejen de entresacar textos parciales de Monseñor Lefebvre para intentar justificar unas tratativas suicidas con la Roma modernista.

2ª objeción: fue Monseñor Lefebvre mismo quien le decía a Roma «déjenos hacer la experiencia de la Tradición». Necesitamos que liberen el apostolado tradicional (Misa, Sacramentos, etc.) para que se vean sus frutos plenamente (no como con cuentagotas) y eso pueda disponer la conversión de Roma.

Respuesta:
el apostolado ya se estaba desarrollando dentro del ambiente de la Tradición. Tranquilamente podían verse los buenos frutos del apostolado tradicionalista para que constara que es una obra de Dios, manteniéndose a resguardo aparte. Para mostrar los buenos frutos del apostolado tradicionalista, la FSSPX no necesitaba entrar en estos contactos con Roma ni seguir los pasos previos (liberar la Misa, sacar la «etiqueta infamante», ponerse de acuerdo en lo doctrinal).

Usando el sentido común se ve que esos pasos previos no tienen justificativo.

Y es una imprudencia grandísima, bajo cualquier pretexto entrar en contactos con la Iglesia oficial mientras esta sigue siendo modernista y busca destruir la Tradición.

3ª Objeción: «No buscamos convertir, sino disponer«. ¿Qué tiene de malo intentar ablandar el corazón de los modernistas mostrándoles los buenos frutos del apostolado tradicional y que estén mejor dispuestos a convertirse de su modernismo? Aún cuando no sea el medio perfecto y pleno para convencer, puede servir para disponer a la conversión. ¿Acaso los paganos no se impactaban con los buenos ejemplos de los primeros cristianos («miren como se aman») y eso servía para que luego se convirtieran?

Respuesta:

* Por el objetivo final. Esta objeción supone que el objetivo final sería la conversión doctrinal de Roma. Pero ya vimos que la crisis que buscaría solucionar este plan no es doctrinal, sino que es otra: la crisis impresionante de las vocaciones, el vertiginoso derrumbe de la práctica religiosa. Por lo tanto: de hecho, este medio sería una excusa más
para intentar justificar un objetivo desordenado.

* Por el orden de las etapas. Esta objeción supone que primero se buscaría disponer a la conversión de los modernistas para que luego se pueda convencer en el plano doctrinal. Según eso, la etapa de las conversaciones doctrinales tendría que venir después de haber dispuesto el corazón de los modernistas con los buenos frutos del apostolado. Sin embargo, en este plan, la etapa doctrinal es un medio más para disponer a la conversión. No está después. Y ni siquiera asegura la conversión plena a nivel doctrinal. Eso muestra que este plan de la FSSPX no busca convertir a Roma de su modernismo. Y los que insisten en querer creer eso, quiere decir que no conocen este plan.

3º) Con respecto a la primera etapa (los dos prealables):

Recordemos que según este plan, los dos prealables no fueron para que Roma muestre que está volviendo a la Tradición o para restablecer la justicia, sino para dar libertad al apostolado tradicional.

1. Lo primero que uno nota es que Monseñor Fellay subordina todo a obtener apostolado. No le interesa asegurar la doctrina. No importa si estas etapas tuvieron fallas doctrinales. Monseñor Fellay se muestra como un practicista, no le interesa asegurar la doctrina.

2. Ahora entendemos por qué Monseñor Fellay decía que «el Motu Proprio liberó la Misa» y que «muchos sacerdotes reciben el DVD para aprenderla, se está diciendo»: sería el índice de que el primer paso estaba dando frutos apostólicos. No importa si en realidad no era tan así. No importa si se dejaban de lado las fallas doctrinales del Motu Proprio (que había subordinado la Misa al N.O.M.)

3. Lo mismo en el segundo prealable: no importa si el Decreto del 21 de enero reconocía que las excomuniones habían sido válidas. No importa si en un momento los 4 Obispos tienen una «metida de pata», hicieron una «gaffe»: agradecer la paternal bondad del Papa porque «les levantó la sanción que les había caído», con todo lo que eso implica. Por un supuesto beneficio práctico, no importaron las fallas doctrinales que hubo.

4. Lo único que interesaba era que «ahora la Fraternidad tiene más campo de apostolado, ahora viene más gente». Los Superiores de la FSSPX ahora dicen que la excomunión era una «nota infamante» que impedía el apostolado. Sin embargo:

a) Primero y principal: Hay que querer ayudar a todos, pero que sea diciendo la verdad. La FSSPX no podía alegrarse de un decreto que «de un modo evidente, no responde ni a la realidad, ni a la verdad, ni a la justicia». Y de ninguna manera los 4 obispos de la FSSPX podían reconocer que les había caído esa sanción.

b) ¡Oh casualidad! Es una de las excusas que decía Dom Gérard para justificar pactar con Roma. Y es el Padre Schmidberger (¡atención!: no ahora, ni en mayo de 1988, sino en septiembre-octubre de ese año) quien le contesta diciendo: «¡Si estos Padres de Barroux se consideran válidamente suspendidos, desde hace 15 años viven en pecado mortal! Si ellos piensan únicamente que su aparente «suspensión» daña la expansión de su apostolado, se engañan: la Cruz es más fecunda que la facilidad. Además: a la expansión misionera de Barroux (que es su bien particular), ellos deberían haber preferido la expansión de la Tradición en su cohesión indispensable. ¡Primacía del bien común!» (FIDELITER Nº 65 pág. 21).

¡Vaya! Es suficiente con reemplazar «Barroux» por «FSSPX», y «suspensión a divinis» por «excomunión», para que la declaración del Superior General de la Fraternidad en aquél momento conteste a los Superiores del año 2009. Las variaciones del Padre Schmidberger darían tema para un artículo aparte…

c) Cuando salió la «etiqueta infamante de las excomuniones» eso no impidió el apostolado sino al contrario:

En los seminarios de la FSSPX hubo un aumento:

Écône: ni uno solo se fue;

Zaitzkofen: se fueron 9, pero entraron 11. Pero, como notaba el Director del Seminario, Padre Natterer en FIDELITER Nº 67, sirvió para limpiar de una mentalidad liberal que había en Padres y seminaristas quienes habían llegado a desconfiar de las posiciones de Mons. Lefebvre e intentaban defender la libertad religiosa, grandes partes de la reforma litúrgica y la reunión de Asís. Hoy en día, los Superiores de la FSSPX quieren mezclarse con ellos);

Winona: se fueron 2 (de 36), ¡pero entraron 15!;

La Reja: ni uno solo se fue por el asunto de las «excomuniones».

Monseñor Lefebvre, en una conferencia del 15 de octubre de 1990, 2 años después de las consagraciones episcopales, dice: «hubo un progreso considerable. Unos meses después las consagraciones se podía decir que (el apostolado) creció el 10 %. Pero ahora (dos años después) podemos hablar del 30 o el 40 % más de fieles en nuestros centros. Jamás había conocido multitudes como en los centros del norte (de Francia)«. Y da el ejemplo de una pequeña capilla donde había 30 personas y luego de las «excomuniones» los fieles crecieron a 150.

d) Por último: ¿a quienes dificultaba esa excomunión? ¿Por qué esa gente no venía antes? ¿Quiénes serían?

Por un lado está la gente simple que no conoce los problemas del modernismo: para convencerlos después del 21 de enero se complica más. ¿Cómo explico que si antes decíamos que esa excomunión era inválida después nos alegremos que la hayan levantado? ¿Y que los Obispos de la FSSPX hayan dicho que fue válida (carta de agradecimiento al Papa)?

Por otro lado está la gente que conoce los problemas y le gusta lo tradicional, pero no venía a la Fraternidad por miedo a la excomunión (grupos «Missa Latina», FSSP, grupos «Ecclesia Dei», línea media en general). Aún después de 20 años que la FSSPX viene mostrando que las excomuniones habían sido inválidas, ¿todavía tenían miedo de esa «excomunión»? ¿Y ahora en la FSSPX se van a mezclar las personas que tienen claro las cosas con esos que creen que la excomunión había sido válida? «¡Peligro de contagio ad intra de la Tradición!». ¿Ya nos olvidamos que fue Monseñor Lefebvre quien dijo esta aparente «falta de caridad» en la reunión con los Superiores tradicionalistas en N.D. de Pointet, 1988? Releer también lo que dice el P. Natterer con respecto a Zaitzkofen.

5. A notar: ¿cuánto duraría, supuestamente, la etapa de los prealables? «En esta fase experimental, que deberá durar todo el tiempo que sea necesario para una justa evaluación de los resultados, ni Roma ni la Fraternidad asumirán compromiso alguno. Pero a su término, Roma podrá juzgar la obra cumplida por los sacerdotes tradicionales.»

Tengan presente esto para la tercera parte de este artículo.

6. Otro detalle: al fin de esa etapa «la Fraternidad San Pío X está dispuesta a recibir visitadores romanos, quienes podrán apreciar sobre los hechos su trabajo apostólico.»

¿Qué sentido tendría querer repetir la historia fallida de 1987 y 1988?

¿Acaso Monseñor Perl va a volver a visitar la Fraternidad mandado de nuevo por Joseph Ratzinger?

¿Asistirá ahora el delegado a una Misa Tradicional en St. Nicolas du Chardonnet?

Si en 1987 la visita apostólica sólo sirvió para alimentar falsas expectativas y para que el Cardenal Ratzinger intentara engañar a Monseñor Lefebvre, ¿en el 2005-2006 había cambiado en algo la situación? ¿Y ahora en el 2010?

Ya siendo Papa, Ratzinger dijo que la Fraternidad debe aceptar la reforma litúrgica. Por lo tanto…

4º) Con respecto a la 2ª etapa: las conversaciones doctrinales:

1. Lo primero que uno nota es que Monseñor Fellay considera la solución doctrinal como si fuese una etapa más intermedia.

O sea, solucionar el problema doctrinal no es el fin, sino un medio más.

Así vemos como, según este plan, Monseñor Fellay subordina lo que tendría que ser primordial (solucionar las fallas modernistas doctrinales, origen de todo) al apostolado.

2. Monseñor Fellay afirma que, en el plano doctrinal, aceptaría firmar un acuerdo aunque fuese imperfecto: el acuerdo canónico vendría «para sellar un acuerdo ya realizado, al menos en lo esencial a nivel de los principios, gracias a los hechos constatados por Roma».

Esta falla grave se confirma en la entrevista a «Monde et Vie», del 31/enero/2009 donde Mons. Fellay dice: «Hasta aquí nuestro programa fue de esclarecer en primer lugar los problemas doctrinales –incluso si no se trata de poner en regla absolutamente todo, sino de obtener una clarificación suficiente– si no, nos arriesgamos de hacer las cosas a la mitad. O que esto acabe mal.»

Si el plan fuese convertir doctrinalmente Roma, entonces, en esta etapa, la Fraternidad no tendría que ceder en absoluto (que es lo que creíamos muchos, ¡ilusos de nosotros!). Pero vemos que no es así.

3. Según Monseñor Fellay, en estas conversaciones doctrinales lo que hay que obtener es: «clarificar los textos». Entonces no importa si un Padre Calderón dice que «el Concilio no tiene ningún valor magisterial y que hay que rechazar todos los textos, ni siquiera pueden entresacarse las frases materialmente ortodoxas«. Porque lo que busca el Superior General es otra cosa.

4. Entonces, que los Obispos, los Padres y algunos fieles de la Fraternidad dejen de ilusionarse o engañar a la gente. Si el Nº 1 no quiere la conversión doctrinal de Roma, es inútil que el Nº 4, 5, 6 o 120 dentro de la jerarquía de la Fraternidad sí lo quieran.

A los hechos me remito:

* aún cuando Monseñor Williamson en alguna ocasión diga que es algo grave que se busque un acuerdo canónico dejando de lado la doctrina, sin embargo el Nº 1 contesta: «Está todo bien y seguimos para adelante con el plan». (Nota: ¡y Monseñor Williamson termina defendiendo a Monseñor Fellay! ¿Qué busca Monseñor Williamson?)

* Si el Presidente de la Comisión de la FSSPX quisiera lograr la conversión doctrinal de Roma, cuando se constatara que es imposible parece que debería cortar con estos diálogos.

Ahora bien, luego de las 2 primeras reuniones con Roma, Monseñor Williamson dice, con sentido común, que «esto es un diálogo de sordos», y 6 meses después se comprueba que los teólogos de Roma no quieren aceptar sus errores y que la Fraternidad choca contra una pared.

Entonces, si el objetivo fuese realmente lo que se suponía, al constatar que es imposible alcanzarlo, la Fraternidad debería cortar estas conversaciones, pues habría probado que no se puede lograr el fin mismo que (supuestamente) ellas tenían. Sin embargo Monseñor Fellay dice «todo va bien y continuamos con el plan»… ¿CÓMO ES POSIBLE? Quiere decir que no se está buscando asegurar la doctrina. Y el que manda es Monseñor Fellay quien sigue con su supuesto plan…

5. Monseñor Fellay es consciente de que Roma jamás se va a dejar convencer por argumentos doctrinales y que jamás cederá. Por eso dice que hay que convencerlos mostrándole hechos concretos, frutos buenos de la Tradición. Por eso, Monseñor Fellay no se va a echar para atrás aún cuando se manifieste de un modo evidente que Roma no quiere aceptar cambiar la doctrina.

Con impudor (para ser buenos y no hablar de cinismo), Monseñor llega a decir que «es necesario reconocer que ninguna discusión doctrinal es posible».

La gran pregunta aquí sería: entonces, ¿qué están haciendo ahora en Roma? ¿Están simulando?

6. Veamos ahora algunas declaraciones del Presidente de la Comisión doctrinal de la FSSPX (Monseñor de Galarreta) acerca de las conversaciones doctrinales:

Lo primero que podemos plantearnos es: ¿Monseñor de Galarreta está en conocimiento de este plan de Monseñor Fellay? ¿Puede decir que lo desconoce?

* Roma puso como condición a la Fraternidad que acepte el «magisterio» postconciliar. Es falso que «por fin aceptan discutir y aceptan poner en discusión el Concilio Vaticano II» (Sermón del 15 marzo 2009)».

En ningún momento Roma dijo eso. Lo que aceptaron es dialogar con la Fraternidad para imponerles el Concilio; no de igual a igual sino como un maestro impone a su alumno.

* Que Monseñor de Galarreta no diga más: «precisamente lo que queremos es hablar para hacerles ver, con la gracia de Dios, que andan lejos de los caminos de la Fe» (ibidem).

Porque o engaña o está engañado: el Superior General no quiere convertir a Roma de su modernismo, sino favorecer el apostolado para solucionar una crisis «vivencial» de la Iglesia.

* En varias ocasiones, Monseñor de Galarreta ha dicho que van a Roma «para dar un testimonio de la Fe», «para hacer una confesión pública de la Fe».

Lo dice para dar tranquilidad y seguridad a los que están preocupados. Pensemos que Monseñor de Galarreta es sincero en lo que dice.

Sin embargo no cumple el objetivo, no asegura lo importante: no sólo tendría que «hacer resonar con más fuerza en la Iglesia la voz de la doctrina tradicional» sino que tendría que buscar convencer a los modernistas.

No es suficiente dar testimonio de la Fe, sino que el objetivo de estas conversaciones tendría que ser convertir a la Roma modernista: ya sea a esos «teólogos», a Benedicto XVI, a todos los del Vaticano, a toda la Iglesia oficial.

El pequeño problema es que eso implicaría varias cosas que aparentemente la FSSPX no quiere hacer: reconocer que «en el Vaticano todos necesitan convertirse». Y ponerse firmes. Y cortar si fuera necesario.

* Para tranquilizar a la gente, Monseñor de Galarreta dice que en las conversaciones con Roma no están buscando un acuerdo canónico y que incluso dice que en varias ocasiones lo rechazaron:

«(…) desde que nosotros, los sucesores de Monseñor Lefebvre, entramos en contacto con Roma, dejamos claro que excluimos absolutamente un acuerdo puramente práctico. Ni lo buscamos, ni lo aceptamos ni estamos dispuestos a recibirlo. Sabemos que eso sí sería el fin de nuestro combate, porque ¿cómo podemos obedecer y ponernos a las órdenes de aquellos mismos que nos mandan la demolición sistemática de la Fe y de la Iglesia, abrazando el modernismo y el liberalismo?

(…) Ya van varias veces que rechazamos acuerdos puramente canónicos y acuerdos puramente prácticos.

En enero, en los días en que se publicó el decreto —que nosotros recibimos antes, naturalmente— se nos ofrecieron dos veces soluciones canónicas absolutamente superiores a las que han aceptado gente como los sacerdotes de Campos o como los del Instituto del Buen Pastor. Es decir, se nos ofrecían soluciones canónicas, prácticamente sin condiciones, y sin embargo las rechazamos. ¿Por qué? Porque eso nos pone en una ambigüedad respecto a la confesión pública de la Fe. Y, en segundo lugar, porque eso nos lanza en la dinámica de un acuerdo puramente práctico que nos pone, en el orden real, bajo sus órdenes y su influencia.» (Sermón en La Reja, 15 de marzo del 2009)

La respuesta es fácil: no se quiso aceptar todavía el acuerdo canónico, porque primero es necesario pasar por las etapas:

* Sea, dentro del esquema de este plan, es el mismo Monseñor Fellay quien lo dice: «Deseando un acuerdo canónico ahora mismo y a cualquier precio, nos expondríamos a ver resurgir de inmediato todos los problemas doctrinales que nos oponen a Roma, y el acuerdo sería entonces efímero. La regularización de nuestro estatuto canónico deberá venir en último lugar, como sellando un acuerdo ya realizado, al menos en lo esencial, al nivel de los principios, gracias a los hechos constatados por Roma

* Sea, que este plan no fuese el verdadero. Cuando confrontemos lo que ocurre en la realidad, veremos que Mons. Fellay no busca este plan. Sin embargo es cierto que tampoco le convenía por ahora aceptar un acuerdo canónico: es necesario que primero parezca que Roma vuelve a la Tradición (supuestamente libere la Misa, quite las excomuniones, se convierta doctrinalmente) para que luego parezca normal «regularizar nuestro estatuto canónico» dentro de la Iglesia oficial.

El «pequeño» problema es que en realidad la Iglesia oficial sigue siendo modernista.

De nuevo pregunto: Monseñor de Galarreta, ¿conoce el plan de Monseñor Fellay? O engaña, o es él quien está engañado.

5º) Con respecto a la tercera etapa: regularización canónica de la Fraternidad:

La falla principal que tiene este punto es que aceptaría un acuerdo canónico sin haber asegurado que Roma haya dejado realmente de ser modernista.

El problema es que este plan «nos lanza en la dinámica de un acuerdo puramente práctico que nos pone, en el orden real, bajo las órdenes e influencia de la Roma modernista». Aunque no le guste a Monseñor de Galarreta.

Porque la supuesta conversión de Roma vendría después.

Y ni siquiera sería una conversión doctrinal: supuestamente lo que quiere solucionar es «los problemas «vivenciales» de la Iglesia».

Lo único que cuida Monseñor Fellay es que ese acuerdo canónico no vaya a ser efímero.

¿Y la base necesaria a nivel doctrinal? ¿Y asegurar que Roma se haya convertido para que la FSSPX no se viese metida bajo la influencia de los modernistas?

Entonces: si actualmente la FSSPX está siguiendo este plan, Monseñor de Galarreta no puede seguir engañando a la gente, diciendo: «Nosotros sabemos claramente lo que no estamos dispuestos a aceptar (…) tenemos bien claro lo que no tenemos intención de hacer de ninguna manera: en primer lugar ceder en la doctrina, y en segundo lugar hacer un acuerdo puramente práctico» (Sermón del 19 diciembre 2009).

* Nota: hablando de esta etapa, Monseñor Fellay dijo algo extraño: que el acuerdo canónico sería «lo último»:

«Se habla de administración apostólica, de prelatura personal, de ordinariato… Todo esto parece prematuro. Deseando un acuerdo canónico ahora mismo y a cualquier precio, nos expondríamos a ver resurgir de inmediato todos los problemas doctrinales que nos oponen a Roma, y el acuerdo sería entonces efímero. La regularización de nuestro estatuto canónico deberá venir en último lugar, como sellando un acuerdo ya realizado, al menos en lo esencial, al nivel de los principios, gracias a los hechos constatados por Roma.»

Tengan esto presente para la tercera parte de este artículo.

6º) Con respecto al cumplimiento de este plan:

Con las observaciones de los puntos anteriores ya se podían ver algunas fallas. Aquí podemos agregar:

1º) * Sería Roma (y no la Tradición) la que obraría la restauración de la Iglesia. Como corresponde; porque, como católicos, sabemos que la solución tiene que obrarla Roma…

¡Lástima que, según este, plan Roma seguiría siendo modernista!

2º) * Para que se viera la fuerza del apostolado tradicional, no era necesario este plan. La Tradición podía seguir como siempre desde su «trinchera», evitando el contagio.

* Monseñor Fellay colabora con la pseudorestauración de B XVI. Parece que está de acuerdo con él… parece que son bastante amigos…

* Es más: colabora a «legalizar» el Concilio Vaticano II.

3º) * No soluciona la crisis real.

* Puesto que Roma, de hecho, seguiría siendo modernista, y el efecto de este plan es que la FSSPX quedaría dentro de y junto con los «Ecclesia Dei». Con riesgo de hacer caer también a todas las otras Congregaciones Tradicionalistas.

Lo más «genial» de todo es que tanto los fieles como los sacerdotes de la FSSPX serían llevados a aceptar una situación así, incluso creyendo que convirtieron a Roma. Y por supuesto: mezclando palabras muy santas y hasta la devoción a Nuestra Señora.


1ª objeción: Es una calumnia decir que según este plan la FSSPX no estaría buscando solucionar el problema doctrinal. Pues las conversaciones doctrinales son una etapa intermedia (son para liberar el apostolado). Luego, la influencia del buen ejemplo del apostolado será lo que disponga a Roma. Y lo último que se buscaría es que Roma sí se convierta en sus ideas, gracias a esa mejor disposición y con la ayuda de la gracia de Dios.

Respuesta: ya lo pusimos antes: según lo que dice explícitamente Monseñor Fellay, la crisis desastrosa de la Iglesia que hay que solucionar es «la crisis de vocaciones y la caída de la vida religiosa».

Eso lleva a desviarse de la misión de la Fraternidad: salvaguardar la Tradición oponiéndose al modernismo actual.

Entonces: esta objeción que se mostraba como una argumentación muy piadosa, más que una razón valedera parece una justificación para traicionar la misión de la Fraternidad.

2ª objeción: si bien este plan es difícil, «vamos confiados en Dios como David contra Goliat».

Respuesta:

1. No quieran ilusionarse o engañar más: según este plan no se está buscando la solución real del problema modernista en la Iglesia.

2. Desde el comienzo hubieron voces que alertaban de los peligros que se iban viendo. El mismo Monseñor Williamson prevenía contra «los acuerdos con Roma que producirían divisiones internas» y otros más denunciaron fallas.

Entonces, si bien es cierta la historia de David y Goliat, no olvidemos que también, cuando Dios por medio de un profeta mandó decir a los judíos: «no vayan a pelear, Yo no entregué este pueblo a sus manos», sin embargo los judíos, de todas maneras, fueron a luchar, y resultó un desastre total: una derrota y el jefe que los mandaba (el rey Acab) murió. Cf. II Reyes cap. 22.

¡Cuidado! Esto puede ser un desastre; y no solo para la FSSPX sino para toda la Tradición.

3ª PARTE:

VOLVIENDO A LA REALIDAD

Cuando uno quiere mantener el contacto con la realidad de lo que ocurre y lo que hay en la Iglesia, empieza a ver cosas extrañas.

Si se analiza el desarrollo de las etapas, uno constata que no hay correspondencia entre los pasos previstos en el plan y lo que ocurrió realmente.

Considerando solamente a la Fraternidad San Pío X:

* En la primera etapa, por un lado, Roma no liberó totalmente la Misa tradicional de manera que la Fraternidad pudiera celebrarla donde fuese (primer prealable).

* Por otro lado, considerando el segundo prealable de esta etapa, aun cuando Benedicto XVI levantó las excomuniones, sin embargo la Fraternidad tiene una nueva etiqueta infamante: «no estar en plena comunión». Esto impide que la Tradición obre libremente en la Iglesia, lo cual va en contra de este supuesto plan.

* Ya notamos más arriba que «esta fase experimental deberá durar todo el tiempo que sea necesario para una justa evaluación de los resultados» y en ella «ni Roma ni la Fraternidad asumirán compromiso alguno. Pero a su término, Roma podrá juzgar la obra cumplida por los sacerdotes tradicionales.»

Si echamos un vistazo a la realidad:

¿Acaso, entre el 21 de enero y octubre del 2009, hubo una explosión en el apostolado de la Fraternidad?

¿Acaso ese intervalo, entre la 1º y 2º etapa, «duró todo el tiempo necesario para una justa evaluación de los hechos»?

¿Acaso Roma mandó Visitadores Apostólicos para comprobarlo?

Por lo tanto, el objetivo de la primera etapa de este supuesto plan no se cumplió: permitir que el apostolado tradicional se manifieste plenamente. No hablemos de que se hubieran hecho bien las cosas: que se haya cuidado la doctrina y se haya querido restablecer realmente la justicia y la verdad. Dejemos eso de lado por el momento. Lo que uno comprueba es que ni siquiera se cumplió con lo que se esperaba de acuerdo con este plan.

Y, SIN EMBARGO, SE PASÓ A LA SEGUNDA ETAPA.

* Luego del Decreto del 21 de enero 2009 y antes de que comenzaran las conversaciones doctrinales, de parte de Roma dijeron expresamente que la FSSPX debe aceptar el Concilio Vaticano II y todo el Magisterio postconciliar. Esto tendría que haber detenido este plan.

Porque Roma mostró que no estaba dispuesta a establecer puntos en común en la doctrina, de manera que se pudiera desarrollar libremente el apostolado tradicionalista (queriendo ponernos dentro de este plan, aún con las fallas evidentes que implica).

Sin embargo, la Fraternidad continuó.

Por lo tanto, esto mostró que la Fraternidad no estaba buscando cumplir con este plan.

* Habiendo comenzado la segunda etapa, se comprobó lo que sabíamos: Benedicto XVI no quiere volver atrás, no quiere reconocer los errores del Concilio. Así, las conversaciones con Roma chocan contra una pared. Ni siquiera se puede lograr un consensus mínimo.

Y sin embargo: «por el momento, todo está bien y todo va sin problemas de acuerdo con el plan».

¿Cómo es posible?

Esa afirmación, en boca del Superior General de la Fraternidad, indica que la realidad es otra.

Esto implica muchísimo.

* Es inconcebible que diga QUE HAY QUE CONTINUAR.


Esto muestra que, en realidad, este NO es el plan de Monseñor Fellay.

En medio de este engorro de fines, medios, etc., hay algo que ciertamente se alcanzaría:

– La regularización canónica de la FSSPX,

– dentro de la Iglesia oficial,

– aún cuando esta siga siendo modernista.

Alguien podrá preguntarme:

¿Para qué gastar tantas páginas intentando explicar un plan que sabemos que es falso?

Respondo:

1. Para que en la Fraternidad no lo usen más como excusa.

2. Porque, si bien no se está buscando totalmente, utilizan etapas parciales, que engañan.

CONCLUSIÓN

EL PLAN DE MONSEÑOR FELLAY:

LA OPERACIÓN SUICIDIO

1º) O Monseñor Fellay es un soñador que está fuera de la realidad y cree que este plan se está cumpliendo.

De todas maneras, este plan tuvo y tiene fallas graves intrínsecas: deja pasar fallas doctrinales y disimula el modernismo de los «conservadores» de la Iglesia oficial, como Benedicto XVI.

Y quizás la principal de todas: son castillos en el aire.

En este caso:

* Aunque sea inconscientemente, de hecho implica traicionar el objetivo de la Tradición.

* Es un suicidio para la Tradición; solo que adormecido.

* Y es una locura apoyarlo.

2º) O Monseñor Fellay mantiene el contacto con la realidad, y entonces es falso que está buscando siquiera el objetivo que dice en este plan.

Pero, ¿qué es lo que ciertamente se dirige a alcanzar, qué es lo que siempre se menciona como «buscado en último lugar»? ¿Qué es lo que se alcanzaría sí o sí?

El famoso reconocimiento canónico de la Fraternidad, incluso contra la evidencia de la realidad: que Roma no se convirtió.

Incluso sabiendo que es un suicidio hacer entrar toda la Tradición dentro de la Iglesia oficial en esas condiciones.

Manteniendo contacto con la realidad, estos «planes» y etapas se muestran como una excusa más para obtener el reconocimiento jurídico de la Fraternidad dentro de la Iglesia oficial, aun cuando Ella siga siendo modernista. Sin importar si en el camino dejan hechos jirones tanto la doctrina como la liturgia.

En este caso:

Es una traición abierta.

Ustedes elijan cuál de las dos opciones prefieren.

En cualquiera de los dos casos:

– es una imprudencia total continuar con estas tratativas,

– conlleva dejar pasar fallas graves,

– y conduce a destruir la Tradición.

Por lo tanto:

NO SE PUEDE COLABORAR CON LO QUE ESTÁ HACIENDO MONSEÑOR FELLAY.

APÉNDICE:

GLOSARIO DEL SUPUESTO PLAN

DE MONSEÑOR FELLAY

Para poder entender el verdadero sentido de algunas expresiones de Monseñor Fellay (o de los otros Superiores de la Fraternidad) hay que conocer el supuesto plan que dice tener. Muchas frases no dicen lo que hubiéramos pensado, si tenemos un esquema «intelectualista» (o sea: simplemente querer que Roma se convierta doctrinalmente de su modernismo).

Hay frases o palabras que permiten doble interpretación: una para los que creen que se está buscando acabar con el modernismo doctrinal de Roma, y otra (oculta para los que desconocían este plan) de acuerdo a lo que se dice aquí. ¿Lo hacen con mala intención, para engañar? No lo sabemos, eso lo juzga Dios. Pero el hecho de usar ambigüedades está ahí, es objetivo. Y eso ya es suficiente para descalificar este modo de expresarse.

Por último: tengan en cuenta que aquí pongo las expresiones de los Superiores de la Fraternidad suponiendo que ese plan fuese verdadero. Ya vimos que este plan no parece ser el que realmente están cumpliendo, sino que es otra excusa. Esto agravaría el problema: no solo usar doble lenguaje (con sentido oculto conocible sólo para los iniciados), sino que aún este sería otro engaño.


* «Con Benedicto XVI está empezando una restauración auténtica de la Iglesia«: esta frase sorprendía porque uno sabe que el Papa actual nunca quiso abandonar el modernismo. ¿Cómo podía decir eso Monseñor Fellay? ¿Acaso no sabe lo que busca Benedicto XVI?

La respuesta se sabe ahora: porque Benedicto XVI está queriendo poner orden moral y disciplina dentro de la Iglesia oficial. Y para Monseñor Fellay eso sería la restauración auténtica.

La «pequeña» pregunta es: «aunque fuese de buena fe, ¿el Superior de la Fraternidad San Pío X y sucesor de Monseñor Lefebvre, puede pensar así?»

* «Vamos a colaborar con Benedicto XVI»: al igual que la anterior, ahora se entiende por qué Monseñor Fellay dice esto. Si no, es imposible que lo intentara poner siquiera como excusa. Pero sigue existiendo el «pequeño» problema que noté antes.

* «Tiene principios doctrinales modernistas, tiene cabeza hegeliana; pero tiene buenas intenciones» (queriendo mostrar que Benedicto XVI tiene algo bueno y por lo tanto podemos colaborar con él). Si mantengo la importancia de la conversión doctrinal, es una barbaridad que quieran justificar a Benedicto XVI diciendo esto. Esto sirve como excusa solamente para los que, como Monseñor Fellay aquí, desprecian la doctrina y son practicistas.

Si alguien me dice que estoy injuriando a Monseñor Fellay poniéndole estos apelativos, entonces respondo que Monseñor aquí diría falsedades y estaría engañando a la gente a sabiendas. Que elijan.

* «La crisis con Ecône no ha sido la primera, sino que simplemente revela una crisis más profunda en la misma Roma, y Roma es la que debe solucionar esta crisis mayor».
Para el lector desprevenido, aquí Monseñor Fellay estaría hablando de la crisis doctrinal modernista. Lástima que según este plan, se refiere a solucionar una crisis moral. Eso cambia totalmente el sentido.

* «Deseamos que Roma encuentre de nuevo su Tradición. Ecône sólo preserva aquello que es patrimonio de la Iglesia universal. Es a Roma a quien le corresponde dar nuevamente a la Tradición su lugar, total y entero, para que pueda desempeñar su rol en la solución de la crisis de la Iglesia.»

De nuevo: para el que no supiera, pensaría que aquí Monseñor Fellay quiere que Roma vuelva a la Tradición: principalmente la doctrina, los Sacramentos. Pero no es así: según este plan, lo que quiere Monseñor Fellay es que Roma «encuentre» el apostolado de la Tradición para que pueda utilizarlo a fin de solucionar la crisis… de nuevo, disciplinaria y moral.


* «Es a Roma a quien le corresponde dar nuevamente a la Tradición su lugar, total y entero, para que pueda desempeñar su rol en la solución de la crisis de la Iglesia.»
De nuevo: Monseñor Fellay sabe que Benedicto XVI no quiere volver a una Tradición que ya pasó («esto no es una vuelta atrás»). Por lo tanto: Monseñor Fellay aquí no puede referirse a una crisis doctrinal. Esta frase confirma que la crisis que busca solucionar Monseñor Fellay no es doctrinal.

* Hablando de que estamos de acuerdo con Roma en que hay una crisis, pero no en cuanto a la causa de la crisis: «Nosotros tenemos en mira algo muy distinto de una «falsa interpretación» súper-progresista del Concilio.». Sin conocer este «plan», un tradicionalista honesto piensa: «claro, Monseñor Fellay está queriendo rechazar no solo la interpretación sino las fallas doctrinales del Concilio mismo».

¡No, señor!. Luego de leer lo que dice aquí Monseñor Fellay, el único comentario que cabe es: ¡Vaya si Monseñor quiere algo muy distinto que solucionar una falsa interpretación del Concilio!

Si Monseñor Fellay cree en lo que él mismo dice de su plan, esta frase es de un cinismo increíble.

Conclusión a este glosario:

A veces es difícil saber qué es lo que está buscando realmente la Fraternidad, porque no siempre hablan de un modo tan explícito como en esta entrevista que comentamos.

Las oscuridades y el doble lenguaje muestran que hay algo raro.

Si los Superiores actuales de la Fraternidad en sus declaraciones tienen ambigüedades y se contradicen entre ellos quiere decir que el asunto no es claro.

1º) A nivel del Superior General de la Fraternidad:

Hay que reconocer que Monseñor Fellay es un maestro para el lenguaje diplomático: contradicciones, ambigüedades, sopesar palabras para evitar decir lo que no quiere, dejar creer que está diciendo lo que no dijo, desviar la atención cuando le preguntan algo directo que no le conviene responder…

Aunque también hay que reconocer humildemente que nadie es perfecto: a veces puede descuidarse y tiene un desliz diciendo algo que indica lo que está buscando.

¡Cuánto extrañamos la simplicidad y transparencia de Monseñor Lefebvre!

Él no tenía un lenguaje «político». Y, si en mayo del ’88, intentó usarlo, le fue mal.

2º) ¿Y en los Superiores subordinados a él?

1. A veces toman ideas parciales de este plan pero en otro sentido: como si estuviesen ordenadas a convertir doctrinalmente a Roma.

2. Otras veces, lo que varía es según las personas: un sacerdote toma un punto, un Obispo toma otro.

Quizás algunos de buena fe, engañados, creen que Monseñor Fellay quiere convertir Roma.

Pero después de leer esto no pueden seguir en su ilusión.

3. De todas maneras: no interesa si algún Superior intermedio está de buena fe: el que manda es el Nº 1. Después de los acontecimientos con Monseñor Williamson en agosto, se pudo comprobar que no importa si algún sacerdote u Obispo de la Fraternidad querría convertir a Roma haciéndole aceptar que está mal su modernismo.

Porque a pesar de chocar contra la realidad siempre se continúa, siempre hay un Padre Schmidberger o un Monseñor Fellay que mandan:

«todo está bien y continuamos con el plan».

Padre Juan José Turco

7 comentarios sobre “PADRE JUAN JOSÉ TURCO: ¿QUÉ PLAN? ¿CUÁLES ETAPAS?

  1. mientras los cristianos perdemos el tiempo hablando de la discordia, la desunión y las crisis dentro de la iglesia católica vemos con tristeza el avance a pasos agigantados de otras religiones como el islam que se esta apoderando de Europa algo que es verdaderamente preocupante sobre todo para los cristianos

    1. Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la salará?

      Porque el modernismo ha sembrado la cizaña y ha puesto a la Iglesia en crisis, haciéndole perder su sabor, es que el error y el mal avanzan.

      Por eso, no es perder el tiempo mostrar y condenar eso mismo que está impidiendo que el único remedio cumpla con su misión.

      Quienes pierden su tiempo son los que quieren dialogar con el modernismo.

      Esos le hacen el juego al Islam y a todas las otras falsas religiones, y en primer lugar al propio modernismo, que está al servicio de la jugaización de la Iglesia.

      Estos artículos son muy necesarios. Conservan la esencia de la sal.

  2. “Vamos a colaborar con Benedicto XVI”:

    Rogando a Dios que LO CONVIERTA AL CATOLICISMO y que el MAL (el judaísmo) lo abandone.

    Para Alabanza y Gloria de la Santísima Trinidad,para nuestro bien y el de Toda Su Santa Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor.Amén.

  3. Mientras Benedicto XVI no se haya convertido al catolicismo, y mientras él no haya abandonado el judaísmo, no se puede colaborar con él.

    Mientras no se haya convertido al catolicismo y no haya abandonado al judaísmo, coloborar con él sería colaborar en la guerra contra el catolicismo llevada a cabo por el judaísmo.

    Roguemos a Dios para que la FSSPX comprenda esto, para Alabanza y Gloria de la Santísima Trinidad, para nuestro bien y el de Toda Su Santa Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor.Amén.

  4. Ante la falta de censores Eclesiásticos, sensatos, objetivos, fieles y piadosos; ya en la Jerarquia Oficial (Roma) como en la Tradicion (FSSPX) ; me atrevo (Es un estado de necesidad y de justicia; como Todo hoy dia ! ) a dar el IMPRIMATUR y el Nihil Obstall; al excelente trabajo del R. P Juan Jose TURCO, pues no hay en esa exposicion , nada contrario a la verdad y a la defensa de la Santa Fe. Bogota Sept 28 de 2010 Jose Alirio SALGADO.

  5. Felicitaciones y muchas gracias,Padre Juan José Turco.
    Si,Si,No,No.Ud habla como Cristo pidió a sus Apóstoles que hablaran.

  6. Buenos dias
    Soy Hipolyte de Francia, mi novia es peruana. pensamos casarnos en Peru pero antes de todo nos necesitamos encontrar un bueno sacerdote tradicional, que esta enterado de las trampas de la iglesia actual y que podria prepararnos y casarnos.
    En efecto, mi novia es catolica pero de una familia modernista, y con una mama que forma parte de la comunidad del camino neocatecumenal, secta peligrosa que se dice catolica y infiltrada en la Iglesia misma y de que el catesismo y el culto esta falsificado y judaizante. Eso lo he explicado a mi novia pero por ella es dificil de entender, no puede saber si la gente que escribe contra esta secta en internet dice la verdad o no. Por eso necesitamos un sacerdote y personas de confianza que le puede explicar tranquilamente. un amigo me recomando el padreJjuan José Turco. alguien sabe si el estaria de acuerdo de desplazarse a Peru para visitarnos y casarnos, al menos que nosotros vayamos a visitarlo ? por eso me necesito el medio de contactarlo.
    Para mi me parece peligroso de quedarnos en Lima, su ciudad por esta secta y por su mama que intenta de ingresarme en esta secta , mi novia frecuenta tambien el camino por ella pero felizmente no lo frecuenta mucho tambien por su trabajo.
    si alguien conosca tambien otras personas aptas para ayudarme en Peru (o pais alrededor) aceptare su proposiciones y tambien su consejo.
    yo acepto de quedarme en peru vivir con mi futura esposa pero a veces me pregunto si no es mas prudente de vivir en Europa pero no en Francia o la mentalidad individualista se vuelve horrible.
    para mi un bueno catolico debe tener un espiritu humilde de pobredad y de sensillad, por eso me gusta Peru, pero en este pais como en otros pais la gente esta engañada por sectas porque es humilde y buena. pero son personas asi y que estan avertidos que me gustaria encontrar porque no podemos quedarnos solo en este mundo hipocrito. Gracias

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